El contraste ya es espectacular. El centro urbano de Campos ha
cobrado un carácter psicodélico y futurista. La nueva plaza de Can
Pere Ignasi desentona drásticamente con la arquitectura y el
patrimonio histórico del área, con torres de defensa, las
dependencias conventuales, el Ajuntament y, como no, el emblemático
casal que da nombre a la plaza, entre otras construcciones
próximas. La última intervención llevada a cabo, la iluminación de
la explanada, ha provocado un llamativo «retoque» a las polémicas
obras, que acumulan muchos meses de retraso en su ejecución.
Desde comienzos de esta misma semana, se han ido colgando más de
veinte focos, que penden de unos seis cables e hilos alámbricos,
que parten de unos postes de hierro situados linealmente en un lado
de la plaza. La reacción de la mayoría de ciudadanos ante esta
actuación ha sido de sorpresa e indignación, si bien a muchos ya no
les ha extrañado porque «han destrozado el centro y hacen lo que
quieren».
El alcalde, Andreu Prohens (PP), ha destacado en reiteradas
ocasiones que la plaza de Can Pere Ignasi será «la envidia de los
otros pueblos. Al Ajuntament no le habrá supuesto invertir ni un
duro (a la empresa promotora de los aparcamientos subterráneos,
Aparcaments sa Plaça, más de 300) y la estética es una cuestión
personal. A unos les gustará y a otros no». Sin embargo, entre los
concejales governantes y afiliados en la formación conservadora,
hay quienes no están de acuerdo y han expresado su disconformidad.
Entre ellos, miembros de Unió Campanera, socios de gobierno del PP.
En otro orden, la caída de placas de pizarra de la torre obligó a
sujetar todas las estructuras con varios tornillos. «Una chapuza
más», para muchos.
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