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TOMEU OBRADOR El nuevo Robinson Club de Cala Serena tiene previsto abrir sus puertas el verano de 2003. La reforma integral de este complejo turístico pasará entonces a estar en funcionamiento los doce meses del año, por los siete que permanecía antes, y a contar con una plantilla de unos 170 empleados, unos treinta y cinco más que cuando cerró. Asimismo, la capacidad se incrementará notablemente: de 400 a 552 camas. El polémico proyecto supone una inversión próxima a los 5.500 millones de pesetas, y se está ejecutando a ritmo frenético desde el pasado mes de octubre.

El objetivo de los directivos de la empresa es «tras 29 años de éxito, construir un complejo de nueva planta, moderno y con una oferta de futuro». Un centro de congresos, una amplia zona deportiva, piscinas, varios restaurantes y un teatro con un aforo de unas 400 butacas, entre otras, son las instalaciones que albergará el complejo. Decenas de obreros y siete imponentes grúas trabajan en la actualidad en este proyecto. La actuación prevé serie de medidas medioambientales, tales como la regeneración natural de la península, la reducción del consumo de agua y potenciar las energías alternativas.

El grupo ecologista GOB y los partidos políticos CALS y PSM han sido los que con más dureza se han expresado al respecto de esta macrourbanización, que ha indignado muy especialmente a los residentes del pequeño núcleo costero felanitxer. Juan Carlos Rosselló, presidente de la Associació de Veïns, calificó el generalizado sentimiento vecinal de «triste y decepcionante». Según Rosselló, en concepto de trámites, la obra reporta unos 600.000 euros (100 millones de pesetas) al Ajuntament.