TW
0

Corren malos tiempos para los pinos de Mallorca. Si en noviembre de 2001 el temporal de lluvia y viento arrasó pinares enteros, los pocos pinos que quedaron en pie han sufrido a las primeras de cambio el ataque de la plaga de la Thaumetopoea pityocampa Schiff, más conocida como procesionaria o, precisamente, cuca de pí, que este invierno está siendo mucho más numerosa y poblada que en años anteriores. Los ayuntamientos de Porreres, Felanitx o Manacor reciben desde hace días solicitudes de cartuchos para destruir los bolsones con las larvas de la procesionaria. El grupo ecologista GOB ha detectado el aumento de la plaga sobre todo en la comarca del Llevant. En Palma, los pinos del bosque de Bellver también han sido víctimas de esta molesta oruga. El delegado de Agricultura del Ajuntament de Manacor, Jaume Darder, ha explicado: «Hemos acabado los cartuchos que teníamos y ahora los remitimos a la delegación de la Conselleria d'Agricultura». Por su parte, el alcalde de Porreres, Joan Sastre, comenta: «Esperamos los cartuchos de la Conselleria d'Agricultura para poder dárselos a quien los necesite, cada día viene gente pidiendo cartuchos».

Ante esta situación, la Federació Balear de Caça realizará una campaña entre las sociedades de cazadores para paliar los efectos de esta inaudita plaga de procesionaria. Su presidente, Jaume Ripoll, corroboró la preocupación por la plaga: «Efectivamente hay mucha y nosotros tenemos previsto realizar una campaña para destruir las bolsas de los pinos. La Conselleria nos da los cartuchos y nosotros los disparamos en un acto completamente altruista». Ripoll añade que los cartuchos para derribar las bolsas de orugas son diferentes a los proyectiles habituales. La diferencia radica en que el perdigón es más pequeño para evitar dañar el árbol. En este sentido, Antoni Muñoz, responsable del área de conservación del GOB, explica que además de los cartuchos existen otras medidas, como las trampas olorosas de feromonas para atrapar machos o mediante la fumigación con la bacteria Bacillus thuringiensis.

En el extremo opuesto, algunos de los consultados han explicado que los cartuchos no solucionan el problema porque «mueren algunas orugas pero el resto siguen vivas». «Yo recuerdo que hace muchos años pasaba una avioneta y fumigaba, después estábamos más de tres años sin procesionaria y no pasaba nada, nunca vi ningún pájaro muerto», explica un agricultor en referencia a la supresión de la fumigación para evitar que muchas aves muriesen envenenadas. Las especulaciones sobre las posibles causas de esta superpoblación de procesionaria son dispares. De hecho, algunos agricultores y cazadores sostienen que el hecho de que el temporal de 2001 derribara muchos pinos ha propiciado que la oruga se haya tenido que instalar en los pocos que quedaron sanos tras la tormenta. Antoni Muñoz, por contra, considera que esta teoría «no tiene mucho fundamento» y achaca el aumento de la plaga a que la cría (se realiza bajo tierra) haya sido más prolifera que en años anteriores gracias a las condiciones climatológicas. «En condiciones meteorológicas adversas muchas de las orugas ya mueren bajo tierra», apunta Muñoz, quien añade que de los pinos afectados sólo morirán los jóvenes, pues los grandes se repondrán.