«El fuerte olor que nos invade diariamente al anochecer es del todo
irrespirable y no nos deja dormir. Ahora, sólo nos queda vender
nuestras casas», manifiesta indignado Francisco Alomar, un vecino
de entre más de un centenar que sufre las molestias de tener que
vivir cerca del polémico vertedero de la ermita de Manacor. Pese a
que el vertedero está clausurado y tiene un expediente sancionador,
sigue generando tal combustión interna a partir de toneladas de
material de deshecho depositado durante años que los gases se
expanden por los alrededores.
El afectado, en nombre de las decenas de vecinos que viven cerca
del vertedero, ha denunciado la situación ante el Ajuntament de
Manacor y la Conselleria de Medi Ambient. Sin embargo, «parece que
nadie está por la labor de aplicar una solución definitiva. Las
elevadas temperaturas de esta verano han reavivado la combustión y
el fuerte olor a quemado es ahora más fuerte que nunca, del todo
insoportable», lamenta Alomar, quien recuerda que muchas noches,
con la ayuda de su familia, se han visto obligado a colocar trapos
y toallas húmedas bajo las ventanas para frenar «el irrespirable
olor del vertedero». Según este afectado, la solución pasa por
instalar varios conductos hacia el exterior a manera de «chimeneas
para que el gas salga en forma de llama», explica Alomar.
Los vecinos de la zona también cargaron contra lo que consideran
«una discriminación de la administración local hacia los
contribuyentes». «Todos tenemos que pagar por igual el transporte y
selección de escombros, mientras que los beneficios son sólo para
unos pocos y los perjuicios, como siempre, para los ciudadanos de a
pie. Seguro que alguien se ha llenado los bolsillos con el triaje
en el vertedero», recuerda el vecino.
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