El buen tiempo y la ausencia de otras ferias en la Part Forana
hicieron que la Fira Agrícola i Ramadera de Santa Eugènia fuera un
éxito de participación. Unas 10.000 personas pasearon ayer por las
calles de este municipio que, con el paso de los años, ha dejado de
dedicarse a la agricultura y al ganado para convertirse en un
pueblo-dormitorio de Palma. El día de la feria, sin embargo, Santa
Eugènia recupera sus raíces.
Además de una muestra de aves autóctonas que este año incluía un
apartado dedicado a las aves típicas de Menorca, mayores y pequeños
pudieron ver y tocar diferentes razas de caballos, ovejas, perros,
conejos o gallos. Aunque en los últimos años ha crecido el número
de feriantes que nada tienen que ver con la agricultura, lo cierto
es que los actos centrales de la feria todavía giran en torno a los
animales. Así, a las doce del mediodía tuvo lugar la suelta de
palomas en la calle Balaguer. Algo más tarde empezó la novedad de
este año, los juegos ecuestres medievales, que incluyeron
demostraciones de jabalina y anillas y jinetes vestidos de
época.
Este año, con motivo del XXV aniversario de la feria, el
Ajuntament de Santa Eugènia quiso rendir homenaje a sus fundadores.
Uno de ellos, Bartomeu Vidal, explicó emocionado que esta feria
nació para dar a conocer a la gente el trabajo que realizaban los
agricultores y los pastores de la zona. «Hace veinticinco años ser
payés estaba mal visto. Desde la cámara agraria creamos esta feria
para animar a los jóvenes de la zona a dedicarse a una profesión
que es preciosa», dijo Vidal.
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