Un caso muy explícito ha sido detectado en el municipio de Sóller
por este diario a raíz de la denuncia que en su momento presentó un
vecino. Un gallinero de bloques de fábrica y tejado de uralita, de
pocos metros cuadrados de superficie situado en una pequeña parcela
de menos de 2.000 metros cuadrados de suelo rústico protegido (Àrea
de Asentamiento dentro de Paisaje de Interés, según la LEN), se ha
convertido en pocos años en una edificación de dos plantas que
disfruta de una de las mejores vistas sobre el Valle.
Por todo el campo isleño la mayoría de las veces con la
necesaria connivencia de los ayuntamientos -hay instalaciones que
pueden considerarse «de lujo», a menudo dotadas de piscina y otras
comodidades-. Son «almacenes agrícolas», perfectamente legales
según la legislación vigente y que cuentan con el final de obra de
los correspondientes servicios técnicos municipales pero que son en
realidad son auténticas residencias que se pueden vender o alquilar
a precio de oro.
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