Bajo los potentes rayos de sol de julio, un grupo de vecinos de
Capdepera retornaron ayer a los años de pleno esplendor del arte de
la llata, cuando ésta era precisamente una de las actividades
económicas fundamentales y medio de subsistencia del pueblo. Unos
ochenta gabellins subieron a la finca de Son Jaumell, en el límite
del arenal de sa Mesquida, para recuperar la antigua tradición de
arrancar palmitos, materia prima con la que se elabora la
manufactura de la llata. Fue una diada completa en la que no faltó
un buen arróz de palmer y un refrescante baño en las aguas de sa
Mesquida.
La diada fue organizada por la Obreia de Sant Antoni de
Capdepera y su presidente, Joan Terrassa, explicó que «el objetivo
es que nuestros hijos aprendan esta antiguo oficio tan vinculada a
las raíces de nuestro pueblo» y añadió: «A pesar de que hoy no se
extrae palmito porque mayoritariamente se importa de Marruecos, con
este encuentro queremos recuperar una labor que un tiempo fue vital
para nuestro antepasados».
Los recolectores de palmito, equipados a la antigua usanza con
camisa larga y gorro de palmito, desafiaron a los potentes rayos de
sol y se pusieron a arrancar la planta sobre las nueve de la
mañana. Se recolectaron unos 300 kilogramos. Uno de los más
veteranos, Miquel Garau, explicó que la recolección de las palmas
«siempre se hacía entre junio y julio». Una vez agrupados, «los
pondremos a secar a la sombra durante unos 4 días» y una vez secos,
«los extendemos sobre algo seco y claro».
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