Imperturbable. Maria Victòria Rosselló Dalmau aguantó ayer
estoicamente metida en su papel de la Beata, las tentaciones de la
colla de dimonis que participa en la procesión más típica de
Mallorca y que como manda la tradición tratan de arrancar las
cántaras o gerres a los payeses para romperlas ante la mirada de la
santa Valldemossina, venerada desde tiempos ancestrales en la
Vila.
Tal y como manda la tradición la virtud volvió a vencer ayer
noche al mal en la que se conoce como la procesión más típica de
Mallorca, la de la Beata Catalina Tomàs en Santa Margalida. La
coincidencia de la procesión de la Beata con la gala inaugural de
la IB-3 hizo que este año algunas autoridades como el president
Jaume Matas se perdieran la fiesta en Santa Margalida. No obstante
asistieron al acto el president del Parlament, Pere Rotger, cuatro
consellers del Govern, los de Turisme, Medi Ambient e Interior
(Joan Flaquer, Jaume Font y José Maria Rodríguez), además del
president de s'Institut, Antoni Serra, el conseller de Obres
Públiques del CIM, Antoni Pascual y el delegado de gobierno Ramon
Socías. El público no defraudó y fueron miles de personas las que
vivieron la procesión en la Vila.
La que se conoce como la procesión más típica de Mallorca
introducía este año alguna novedad. Aunque manteniendo el número
habitual de carrozas (12) este año se estrenaba en primer lugar una
carroza dedicada a transportar a los pequeños dimonis que hasta
ahora carecían de un lugar específico en el desfile lo que otros
años provocaba algunos problemas.
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