Nada más salir de Inca empieza un laberinto de señales, que en
algún momento despistan por completo al conductor. Una de las
primeras dificultades importantes se encuentra en el primer desvío
a sa Pobla, en este desvío se encuentra lo que se puede llamar un
«punto negro». Los conductores que salen de sa Pobla en dirección a
Inca deben colocarse en un carril de incorporación demasiado
estrecho y con muy poca visibilidad, al estar en una curva. Este
desvío, además, obliga a los coches procedentes de sa Pobla a
esperar en una cuesta en la que a lo largo de todo el verano, al
ser esta la única vía de acceso a la carretera Inca-Alcúdia, se han
formado colas.
Un nuevo escenario que a lo largo del verano, especialmente a lo
largo del mes de julio y agosto, ha provocado atascos y más de una
confusión ante el nuevo panorama entre los conductores de la zona y
especialmente entre los turistas y visitantes mallorquines.
La conducción por carreteras plagadas de letreros amarillos y
obras es una constante para el automovilista que quiere llegar a
Alcúdia pasando por Inca.
Un kilómetro más adelante los conductores se encuentran con otro
punto conflictivo, el desvío hacia Pollença, convertido en un
verdadero «laberinto» para los conductores poco acostumbrados a la
carretera. Especialmente dificultosa resulta la incorporación de
los conductores procedentes de Pollença hacia Alcúdia, que deben
incorporarse por un carril provisional.
A pocos metros, la construcción del final de la autopista con
una gran rotonda elevada ha obligado a instalar una rotonda
provisional para desviar el tráfico de sa Pobla, Pollença y
Alcúdia. La rotonda es pequeña y está poco señalizada y de noche no
está iluminada.
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