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M. BONNÍN El dimoni, que como cada año sale a las seis en punto de la tarde de la Casa Consitorial, se convirtió en el plato fuerte de la jornada de ayer en Vilafranca. El sonido de las xerremies, el flabiol y el tamborino llamó a los niños y adolescentes a concentrarse ante el Ajuntament para esperar el dimoni y comenzar a correr sin parar por las calles del pueblo.

Este año el dimoni había adelgazado y los pantalones se le caían, un problema que el protagonista del día supo solventar. Un recorrido laberíntico trazado por una auténtica manada de gente corriendo, dando saltos y haciendo bromas, sirvió como aperitivo a las fiestas de la Beata, un aperitivo que muchos ya consideran un plato fuerte.