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La tradicional Fira de Setembre de Artà atrajo a miles de visitantes que llegaron procedentes de todos los rincones de la Isla. Un gentío que llenó las calles del pueblo pese a los pronósticos de mal tiempo.

Un poco antes de las diez de la mañana, los xeremiers comenzaron a tocar y pronto animaron todo el espacio de la fira mientras los más madrugadores ya paseaban con sus compras: plantas, aceitunas, comida, camisetas...

Pero los auténticos protagonistas de la jornada fueron los animales. Los cans de bestiar y las palomas mensajeras situados en los jardines del Collet daban la bienvenida a la feria de animales de la Gran Via.

Los ases y las someres enganchados a sus carros y calesas, las cabras orades autóctonas de Mallorca, ovejas, gallos, gallinas y porcs negres configuraban una muestra de los animales que durante siglos habitaron el campo de las baleares.

Los más pequeños pudieron participar de la fira tocando cerdos, conejos o cabras. Todos los niños y niñas comprobaron como las cerdas, las conejas y las cabras cuidaban bien de sus hijos. Los mayores, en cambio, se entretuvieron observando los halcones y los búhos que exhibían su porte a la sombra.

Aún así, la fira d'Artà fue mucho mas que una feria de animales. La Associació Bonsai-Llevant organizó una taller donde se todos los interesados pudieron aprender las bases del arte de controlar el crecimiento de algunas plantas. Por otra parte también tuvo lugar una muestra de motos de época. Una exposición que sirvió para que algunos recordaran la parte de su juventud que pasaron conduciendo «una moto igual que la que está ahí pero de color rojo».

Productos alimentarios
Aunque la mayoría de los asistentes recorrieron, compraron y miraron la fira en todo su recorrido, hay que reconocer que los puestos de productos alimentarios tuvieron mucho éxito. Embutidos, pasteles, verduras, helados, turrones, conservas, quesos y bocadillos llenaron los cestos y el estómago de muchos de los que ayer acudieron a Artà.