En la Península se pagan hasta 200 euros por un bonsái de acebuche.

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La presión humana sobre la Serra de Tramuntana es de cada vez mayor. Hay personas que incluso expolian sus ecosistemas. Una de las últimas prácticas detectadas consiste en arrancar acebuches (ullastres, en catalán) para luego reconvertirlos en bonsáis, y finalmente, venderlos. Se tiene constancia de que se han exportado ejemplares a la Península con finalidades comerciales. Se pagan hasta 200 euros por un bonsái de acebuche (olea europea).

Generalmente se arrancan acebuches que tienen ya cierta forma de bonsái. Son aquellos que crecen en las rendijas, aquellos mordisqueados por las cabras o moldeados por el viento. La zona más afectada es la de Mortitx (Escorca). Los acebuches expoliados suelen tener entre diez y quince años de edad: su altura no supera los 50 centímetros pero la cepa es ya algo gruesa, de 10 o 20 centímetros de diámetro.

En foros y páginas de internet se puede seguir el rastro de acebuches que han sido arrancados en la Serra y luego vendidos en Tarragona, por ejemplo. Personas que conocen la problemática indicaron que este invierno y primavera (la época de transplante) se habrían arrancado más de mil ejemplares.

El acebuche no está en el catálogo de especies con las que no se puede comercializar (como el mirto, por ejemplo). No obstante, parece que sí se podría sancionar a los que los arrancan en tanto que lo hacen en un espacio natural protegido. Si los propietarios de las fincas en las que se produce el expolio lo denunciaran, también se debería incoar expediente y sancionar.