El tamaño importa, pero no lo es todo. Un año después de partir prácticamente por la mitad un pino de récord al entrar en la Plaça Vella, los pollencins recuperaron este jueves el seny y disfrutaron a lo grande de la tradicional Pujada al Pi de Sant Antoni con un ejemplar de 19 metros y renovadas medidas de seguridad.
Por primera vez desde que se recuerda, la altura máxima del pino de Pollença está oficialmente limitada a 20 metros. Hace un año rondaba los 22.
La comisión organizadora de la fiesta quiere evitar con el nuevo límite incidentes como los vividos en 2018 cuando el vuelco del carro primero y la rotura del pino después, causó varios heridos, uno de ellos grave. Este año, además de limitar la altura del pino, se han adoptado otras medidas de cara a reforzar la seguridad (cambios en el ternal, pruebas de fuerza, chalecos identificativos para los expertos...).
Con el pino ‘recortado' a 19 metros y la polémica sobre la ausencia del gallo vivo que se desató también hace un año relativamente silenciada, el Pi de Sant Antoni inició este jueves a mediodía su descenso en carro desde la finca de Ternelles.
Se esperaba que la menor longitud del pino facilitara las maniobras por las estrechas calles de Pollença y llegara a la Plaça Vella antes que de costumbre. Lo cierto es que se hizo esperar y no fue hasta pasadas las 19.30 horas cuando llegó a su destino.
La delicada maniobra para introducirlo en la plaza, que hace un año acabó de forma catastrófica al romperse mientras lo forzaban, se completó este jueves al primer intento, en un visto y no visto.
El proceso de izado e instalación del pino en el agujero donde se calza duró hasta las 21 horas.
Una vez perfectamente colocado y embadurnado de jabón comenzó la pugna por coronar la punta del árbol para alcanzar el premio que contenía la cesta.
La cesta, que se suprimió en 2018 tras la decisión de retirar el gallo vivo que habitualmente contenía, volvió ayer precisamente a ocupar su lugar original en la ramera del árbol. Era otra de las ‘novedades' de este año, reintroducida con la idea de recuperar la estética anterior, aún en ausencia del gallo vivo. En el interior del cesto la organización dijo que había introducido un diploma para el ganador y un premio en metálico de 200 euros.
Fueron varios los jóvenes que intentaron coronarlo. En aras de la seguridad el jabón solo se tenía que aplicar hasta la primera cuerda, pero parece que alguien ‘coló' manteca dificultando la subida y la lluvia tampoco ayudó. Finalmente lo subió Samuel Rosende a las 22.06 horas.
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Conmovedor ver el llanto de Samuel en la cima tras el esfuerzo que tuvo que hacer. Enhorabuena Samuel!