Vecinos de Selva (mayoritariamente de Caimari) acudieron este martes al pleno de Selva para manifestarse contra la construcción de la futura rotonda, a la que se oponen por su impacto visual. | Elena Ballestero

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La polémica está servida. El pleno del Ajuntament de Selva acordó este martes por la tarde, en medio de protestas vecinales, iniciar los trámites para construir una nueva rotonda de 18 metros cuadrados en la carretera de Lluc, a la altura del cementerio. Si se cumplen los plazos previstos, las obras de construcción de la nueva infraestructura comenzarán el próximo mes de marzo.

Todo en este caso es ciertamente atípico. No es el Consell de Mallorca (titular de la carretera) el promotor de la rotonda, sino que lo es el propio Ajuntament de Selva que financia la obra con los fondos de la Bolsa de Alojamientos Turísticos.

La rotonda ocupará parte de la carretera actual además de dos porciones de dos fincas municipales situadas en el actual acceso al núcleo de Selva, a unos 30 metros del puente del cementerio. La obra tiene un coste de 500.000 euros de los que 400.000 proceden del consorcio Bolsa de Alojamientos Turísticos y 100.000 son fondos propios del Ajuntament.
Se da la circunstancia de que el propio alcalde Toni Frontera (Arrelam) se oponía hasta ahora a la construcción de la rotonda debido a su «impacto visual. Lo hacía en contra del criterio de sus socios de gobierno (PI-Independents y Esquerres pel Poble).

No obstante este martes rechazó sus propias alegaciones y aprobó la obra porque un informe encargado a los técnicos del Consell, a raíz de las discrepancias del pacto, concluye que es la opción «más segura».

Los técnicos opinan que la opción alternativa (una isleta reflectaria) que proponía el alcalde, supone un riesgo para la seguridad.