Binissalem ha vivido un año más el inicio de las fiestas des Vermar con la tradicional Batalla de Raïm. | Jaume Morey

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La LV Festa des Vermar de Binissalem vivió este sábado por la mañana una de sus primeras y más multitudinarias citas con el Pregó, la Gran Batalla de Raïm y el Dinar, que formaron parte de la Festa dels Trepitjadors, que ha llegado este año a su vigésima edición.

Más de 8.000 kilos de uva, procedente de viñedos de Binissalem y considerados como excedente de la cosecha, fueron los proyectiles. Cientos de jóvenes, principalmente, fueron los protagonistas de esta batalla sin bandos.

El ambiento se calentó primero con el cercavila y después sobre las 12 del mediodía ante la fachada del Ajuntament con el pregón. Los Joves des Trui, que organizaron toda esta fiesta, con la colaboración especial del grupo de teatro Xamo Xamo, fueron como siempre protagonistas del acto, que este año tuvo a Pití como protagonista con una acertadas glosas sobre el municipio.

palma binisalem batalla raim foto morey

Destacaron las típicas alusiones irónicas sobre la vida cotidiana en el pueblo, que incluyeron multitud de referencias al alcalde Víctor Martí, a la pintura blanca y a la proliferación de pasos de cebra.

Siguiendo con el ambiente festivo y después de los mil y un gritos y consignas, las cientos de personas agolpadas a las puertas del ayuntamiento se dirigieron a las inmediaciones del polideportivo, donde tuvo lugar el plato fuerte de la jornada con la Gran Batalla de Raïm.

Desde ese momento y durante cerca de una hora esas 8 toneladas de uvas volaron por los aires y sirvieron para impregnar de fiesta a todos los combatientes. Estos trataron después de librarse como pudieron de una espesa costra de uva machacada y tierra gracias a las rudimentarias duchas instaladas por la organización. Como cada año, un gran dispositivo formado por Policía Local y Protección Civil velaron por la seguridad de los participantes.

Con esta batalla no terminó la jornada. Para reponer fuerzas los participantes tuvieron una cita con los obligados Fideus de Vermar en la Plaça de l’Església. La vestimenta tradicional de trepitjador fue imprescindible para poder asistir a esta comida, que ya tenía todos los tíckets agotados desde varios días antes. Tanta es la importancia de esta indumentaria adecuada para dar a la comida su tono apropiado que la organización dejó claro que no se servirían fideos a los que no cumplieran con el código de vestimenta exigido.