Jordi Llabrés, Beatriu Palomar, Marc Ferré y Tomeu Morro, junto a la cueva. | Lola Olmo

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Sa Cova del Camp del Bisbe, vestigio de la presencia del hombre en la prehistoria en esta comarca, ha sido acondicionada para facilitar tanto las visitas como el trabajo de los arqueólogos.

En concreto, se ha delimitado la finca donde está ubicada la cueva con un un marge, en cuyo portal se ha colocado una gran piedra desprendida o que fue el paladar de la gruta. «No se cerrará el acceso al público si no es necesario; lo que sí se impide es el paso de vehículos con la instalación de una cadena», explica Beatriu Palomar, codirectora de la excavación junto con Lua Valenzuela.

El marge ha sido construido por los alumnos de un taller de la escuela de margers Més que Pedra, quienes también han escalonado el acceso a la cueva. Ésta se puede visitar libremente, gracias al convenio entre la propiedad de la finca, la Fundació Mossèn Bartomeu Oliver i Amengual, y el Ajuntament de Sencelles.

Hasta hace unos años la finca fue un vertedero incontrolado. De las tres salas que tiene, solo se ha excavado una, de la que se deduce que tuvo usos funerarios. Hoy en día el recinto se utiliza para el estudio y la divulgación.