La capilla del Santíssim, situada en un ala del templo de Nostra Senyora del Carme, presenta un estado caótico. | Redacción Part Forana

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Los católicos de es Capdellà, y también muchos otros vecinos que no se consideran como tales, no ocultan el estupor que les produce la degradación que presenta la iglesia parroquial de Nostra Senyora del Carme de la mencionada localidad de Calvià, cerrada desde octubre de 2018.

Sólo oficia misas el 1 de noviembre, festividad de Tots Sants, el 20 de enero por Sant Sebastià y el 16 de julio, en honor a la Mare de Déu del Carme. Desde entonces, aparte de las eucaristías señaladas, no se imparte durante el año ningún otro sacramento. Ni siquiera se ofician funerales en memoria de los vecinos fallecidos.

Imágenes arrumbadas

Este diario pudo comprobar el pasado domingo el estado de dejadez en que se encuentra sumido el edificio parroquial. Una decadencia, la del templo sagrado de es Capdellà, que tiene como máximo exponente el caos reinante en la otrora venerada capilla del Santíssim: hoy convertida en un trastero–coladuría por la familia a la que, tras el cierre de la iglesia a los oficios religiosos, el Bisbat de Mallorca alquiló las dependencias de la antigua rectoría.
Al margen de desconchados y humedades varias, en la capilla del Santíssim, en absoluto desacralizada, conviven varias imágenes arrumbadas de Jesucristo y de la Virgen, candelabros, bancos de iglesia amontonados y cirios procesionales, con tendederos repletos de ropa puesta a secar, ventiladores, una bicicleta, decenas de cajas llenas de trastos y productos de limpieza de toda índole.

Algunos vecinos consultados recuerdan que la iglesia de Nostra Senyora del Carme «fue pagada con el esfuerzo de todos los vecinos de es Capdellà, aportando cada familia 25.000 pesetas en 1978. Es sencillamente vergonzoso el estado de abandono en el que se encuentra. Y todo esto sin que el obispado no deje hacer ni un sencillo funeral», añaden.

El cierre del templo en octubre de 2018 provocó gran enfado en la localidad, escenificado el 20 de enero del año pasado cuando, tras la eucaristía de Sant Sebastià oficiada por el obispo de Mallorca, algunos vecinos reclamaron a Sebastià Taltavull una solución al cierre del templo y, al menos, no tener que oficiar los funerales en Calvià Vila. Al enojo por el cierre y deterioro del templo se añade la polémica desatada en 2015 por el párroco Antoni Mercant de romper con la tradición centenaria de, cada 20 de enero, sacar en procesión la imagen de Sant Sebastià, para agradecer su intercesión para evitar la epidemia de gripe de 1918.