Las consecuencias de la crisis generada por la COVID-190 han ofrecido imágenes insólitas como la captada este domingo por las cámaras de seguridad de la Platja de Muro, sin las típicas sombrillas de carrizo, sinó un colorido mosaico de sombrillas e iglús particulares. | Playa de Muro, Mallorca

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Ayuntamientos de varios municipios costeros de Mallorca no prevén que sea necesario, de momento, aplicar las directrices dictadas por el Govern sobre el aforo en las playas y la limitación del tiempo que pueden permanecer en ellas, salvo que la ocupación de las mismas se desborde con la llegada de turistas y de vacaciones en julio.

Básicamente, el Govern ha establecido que los ayuntamientos podrán limitar los accesos, el aforo y el tiempo de permanencia de los usuarios en sus playas. Asimismo, cada bañista deberá disponer de un espacio de cuatro metros y los grupos podrán ser como máximo de 25 personas.

Dispersión de usuarios

Este fin de semana, el aumento de usuarios de las playas fue general en la Isla, animado por el calor. Un ejemplo son las playas de Muro, un arenal de cinco kilómetros de longitud y aguas cristalinas que los dos últimos domingos ha atraído a miles de residentes. «Este domingoestuvimos a punto de cerrar el acceso de Capellans; estamos preparados con vallas para cerrar entradas y desviar al público a otros tramos de la playa menos saturados», señala el coordinador del Servei Públic de Salvament de Platges de Muro, Toni Carrió. Esto en la zona libre de servicios, mientras que en los próximos días se instalarán las sombrillas con un radio de 30 m2 por sombrilla, a cinco metros una de otra.

En la misma bahía, Pollença ha visto incrementar el número de bañistas pero no a niveles preocupantes. «Entre semana las playas siguen casi vacías, y los domingos los socorristas vigilan que se cumplan las normativas de distancia entre grupos, pero no hemos necesitado intervenir poniendo ninguna limitación», señala el alcalde de Pollença, Tomeu Cifre Ochogavía.

En Calvià, el único cambio respecto a la fase 3 es que en playas pequeñas, la franja de la orilla libre de toallas no será de seis metros, como hasta ahora, sino que se ajustará a una cuarta parte de la anchura de la playa. A la vez, el Ajuntament busca acuerdos con los concesionarios para reduzcan el espacio ocupado con hamacas y liberen más espacio de arena para los usuarios.

En las playas del Llevant y Migjorn tampoco ha sido preciso actuar. La alcaldesa de Son Servera, Natalia Troya, explicó que «hasta el momento no tenemos ningún problema de aforo. Si con la llegada de turistas se nos desborda el tema ya tomaremos decisiones». En la costa de Manacor, la regulación se hace a partir de los vigilantes, que son los que tienen la labor de controlar que se respetan los dos metros de distancia y se vigila el aforo, pero no se ha alcanzado el máximo en ninguna ocasión y no se plantean medidas especiales.