El alcalde de Andratx, Antoni Mir. | M. À. Cañellas

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Los ecos del pasado pleno municipal todavía retumban en Andratx. Los excesos verbales del alcalde, Toni Mir (PSOE), han encendido los ánimos de la oposición, amortiguados ahora por una carta de disculpas que en todo caso ha sido recibida con recelo por parte de sus adversarios políticos.

Como informaba este miércoles Ultima Hora, Mir se dirigió durante el debate de manera despectiva hacia la edil podemita Ana Maria Porcel, preguntándole si «había bebido» y cuestionándose en público si la regidora «sabía sumar». Todo, ante la estupefacción del resto de miembros de la corporación municipal, que denunciaron los hechos a través de Twitter. El alcalde se quiso disculpar el martes mediante un comunicado publicado en su página de Facebook, en el que calificaba como «desafortunado» su propio comentario.

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Desde el Partido Popular, Estefanía Gonzalvo se mostraba ayer escéptica, lamentando que –al margen de las disculpas– la actitud «despótica» del alcalde sea «una constante», tal como ya advirtió ella misma cuando el pasado mes de mayo Toni Mir se hizo con el bastón de mando del Consistorio. «Quizás ahora estará un mes tranquilo, pero después recuperará sus formas autoritarias», advierte la regidora del PP, para quien el primer edil andritxol es un «habitual» a la hora de ejercer un trato «vejatorio» hacia quienes le hacen la contraria en los debates plenarios.

La formación conservadora había decidido pedir la reprobación del alcalde, aunque ahora su escrito de disculpas ha provocado que opten por replanteárselo. En todo caso, lamentan también desde la oposición que ese comunicado de Toni Mir no se emitiera tras el exabrupto, sino únicamente después de que sus palabras trascendieran y se hicieran virales en redes sociales. Es decir, cinco días después de pronunciarlas. Desde Podemos han sido también contundentes con Toni Mir, exigiéndole la dimisión «si no está a la altura de la responsabilidad de su cargo». La portavoz adjunta de los morados en el Parlament, Esperança Sans, habla de «maltrato» hacia los regidores y regidoras, y define su comportamiento como «una absoluta vergüenza».