Guillem Villalonga, en su despacho.

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Guillem Villalonga (Lloseta 1970) anunció el sábado durante las fiestas patronales, que tras ocho años en la Alcaldía, no será el candidato de Més en las elecciones de 2023. Cumple así su compromiso personal de no eternizarse en el cargo. Volverá a su trabajo de marmolista.

Esta es su segunda legislatura gobernando. ¿Por qué decir adiós?
—Yo siempre he hablado de estar un máximo de ocho años. Mi familia hace un año que conoce mi decisión. A los trabajadores del Ajuntament se lo comuniqué el jueves y el sábado lo hice público en las fiestas de Sant Joan. Los trabajadores son quienes realmente llevan el trabajo, no nosotros los políticos.

Usted atiende el teléfono fijo del Ajuntament cuando los trabajadores están ocupados. No se lo he visto a hacer a ningún otro alcalde.
—Es una parte más del trabajo, no tiene más importancia. En un municipio pequeño lo has de hacer y tengo que decir que hago lo que más me agrada, más que contar historias de política.

¿Puede decir ya quién será el candidato de Més?
—Es algo que la agrupación aún está trabajando.

¿Lo suyo es un adiós a la política?
—Rotundamente no. Me he ofrecido para estar al frente de la agrupación. Llevo en política desde el 95, primero en Lloseta y luego en Mancor. He estado ocho años en la oposición y ocho como alcalde. La política me encanta, las posibilidades que tienes de (con tus manos) mejorar la vida de la gente. Hay que asumir que también puedes empeorarla. La gente no es consciente de que con su voto nos da el poder de cambiar su vida.

¿En el caso de Mancor la vida se decide por un puñado de votos?
—Por seis votos en las últimas elecciones y es un pueblo con una participación de más de un 90 %.

Se puede decir que decidirán los Quintos...
—Probablemente sí.

¿De qué se siente más orgulloso?
—Estoy orgulloso de haber sacado adelante la escuela (ahora sale por tercera vez a licitación). También del cambio cultural y de la mejora de la red de agua.

Usted llegó a la Alcaldía empujado por el rechazo a la primera burbuja urbanística. ¿Qué ha hecho para evitar que aquello vuelva a pasar?
—Hemos tramitado una pequeña modificación puntual de las normas que en la práctica elimina entre 700 y 800 plazas. En cualquier caso ya quedan pocos solares por desarrollar.

¿No les pasa factura el nuevo boom inmobiliario?
—La verdad es que en este momento lo que se está haciendo mucho es arreglar bucs.

¿Qué se ha dejado por hacer?
—Por desgracia no hemos podido recuperar la titularidad pública de algunos caminos. Los juristas nos dijeron que lo olvidáramos, que se eternizaría judicialmente y que era mejor llegar a acuerdos pero los propietarios no han estado por la labor. Al menos lo hemos intentado.