Antònia Oliver y Marga Sureda (derecha) con una muestra de su producto estrella, la goma de garrofín para alimentación. | Lola Olmo

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La industria transformadora del garrofín ha visto cumplidos sus vaticinios, con la incertidumbre sobre el precio de la algarroba en la campaña 2023. En septiembre de 2022, CAROB SA, empresa de Mallorca dedicada a transformar esta semilla en goma de garrofín advertía que el mercado no podría asumir el incremento del precio de este producto. «Llevamos 48 años exportando goma de garrofín y sabíamos que la ‘burbuja de la algarroba’ terminaría por explotar; como consecuencia de los precios desproporcionados del garrofín el año pasado, que llegó a alcanzar los 30 € el kilo cuando no debe superar los 4 o 5 €, la industria ha reformulado sus productos, substituyendo la goma de garrofín por otras materias primas más asequibles», apunta Marga Sureda, responsable de CAROB.

La empresa de Marratxí vio reducida la demanda de su producto estrella hasta un 30 por ciento en 2022 y «y en 2023 vamos camino de perder el 50 por ciento de nuestra demanda; el año pasado ya no hicimos stock, compramos garrofín en función de los encargos que teníamos y este año hay la misma incertidumbre, nadie se atreve a fijar un precio».

La goma de garrofín es un derivado de la algarroba muy valorado en el mercado por sus cualidades como espesante natural, estabilizador y agente gelificante. CAROB, uno de los principales compradores de algarroba de Mallorca, ha visto ahora amenazado su futuro, tras casi 50 años investigando y perfeccionado la goma de garrofín. «Lo advertimos muchas veces y no nos hicieron caso, los precios de 2022 eran insostenibles para la industria y ahora nosotros, con 33 empleados y casi medio siglo de trayectoria, hemos salido perjudicados», concluye Sureda.