No solo familias de mallorquines, sino también turistas acudieron ayer la Fira d’Alcúdia. | Aina Borràs

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Una larga fila de coches en las entradas a Alcúdia que generaban retenciones kilométricas han sido la antesala de lo que ya podía prever: una XXXV Fira muy concurrida, con más de 20.000 personas, según cálculos de la Policía Local.

El Ajuntament, que ya tenía en cuenta el alud de gente que se iba a acercar a ver las más de 160 paradetes de artesanía, empresas, comercios y asociaciones, ha habilitado diversos aparcamientos en las entradas del municipio con centenares de plazas que estaban prácticamente llenas hacia la media mañana. Además, también hubo una muestra de brodats y una parte de Fira Romana.

No solo familias de mallorquines han difrutadode la jornada soleada en Alcúdia, también se pudieron ver muchos turistas paseando por el pueblo. Y es que aunque se trata de una feria de otoño, las temperaturas son de verano. «Venimos cada año y es la vez que más calor he pasado», ha explicado precisamente Joana (Bunyols Can Calent) mientras hacía bunyols. La cocinera ha asegurado que es un evento que «siempre reúne gran cantidad de visitantes», un hecho que agradece porque «se trabaja mucho», ha sentenciado.

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Apesar del calor, la gente ha paseado, mirado y comprado durante todo el día, en una jornada que en general los comerciantes consideraron «muy buena». Además, también ha habido cabida para la visita de la consellera de Salut, Manuela Garcia, y la vicepresidenta del Consell Insular y consellera de Cultura, Antònia Roca.

Hacia las once de la mañana, el regidor de Turisme, Joan Mateu, ha leído un manifiesto enmarcado en la celebración del día de los pueblos más bonitos de España que era hoy. Mateu ha reivindicado la importancia de la inversión en los servicios de los pueblos rurales como medida para garantizar su supervivencia: «Nuestros pueblos necesitan estar provistos de servicios de calidad. Si no, es muy difícil conseguir fijar y augmentar la población en el mundo rural».

Para acabar, ha destacado el «orgullo» que se debe de sentir al vivir en estos núcleos: «Año tras año alzaremos la voz para decir ‘yo soy de pueblo’», ha sentenciado el regidor.