Ante esta situación, la comunidad ha empezado a buscar una nueva ubicación que permita la construcción de un edificio de mayores dimensiones y que pueda albergar a más número de personas. «Aunque en el día a día vamos pasando con esta mezquita, en los días de fiesta no podemos acoger a todas las personas que vienen, que en muchos casos superan el millar», explicó ayer a este periódico el Imán de Manacor, Mohamed Es Souydy.
El pasado 11 de febrero la junta directiva de la Mezquita organizó una reunión informativa abierta a toda la comunidad musulmana para tratar el tema de la compra y construcción de una nueva mezquita, sin embargo no se llegó a ningún acuerdo concreto. «Estamos mirando solares, concretamente tenemos dos opciones de compra, pero tenemos que estudiar la viabilidad tanto económica como urbanística de ambos», añadió ayer el presidente de la comunidad.
Uno de los solares está en el centro de Manacor, mientras que el otro estaría en las afueras. De momento, la opción más viable sería un solar en la calle Fàbrica que costaría unos 1,5 millones de euros. «Los precios son muy elevados y aún no hemos podido determinar con la comunidad como pagar la compra», matizaron.
Otro de los aspectos que están estudiando son las posibilidades urbanísticas de cada solar. «Tenemos que saber los metros que podremos construir y como organizarlo», concluyeron. En este aspecto aseguraron que, en cualquier caso, «la semana pasada nos reunimos con el Ajuntament para conocer las posibilidades urbanísticas». Por su parte, desde el Ajuntament ayer apuntaron que «cualquier proyecto urbanístico deberá ajustarse a la normativa vigente, es decir, al Plan General».
Pese a que la ubicación de la nueva mezquita es aún incierta, ante la posibilidad de que se construya en la calle Fàbrica ha provocado que algunos vecinos del barrio de Fartàritx hayan mostrado su rechazo a la construcción de este lugar de culto allí.
De hecho, el solar amaneció ayer con una pancarta con el lema «No volem mesquites». Según los vecinos esta construcción supondría «un cambio social radical para el barrio y afectaría a nuestro día a día». Además añadieron que «no tiene sentido que se construya aquí si la mayoría de gente del barrio no procesa la religión musulmana». Los vecinos piden también a los partido políticos que «escuchen a la gente».
