Le dedica casi todo su tiempo, ¿siempre quiso ser músico?
—Empecé a estudiar música a los seis años como extraescolar, luego continué en toda la etapa escolar y en Bachillerato estaba indeciso entre la música y la física; hay muchas correspondencias entre ambas, al final elegí música e hice simultáneamente, las carreras de violín y de música tradicional. Luego continué formándome como director de orquesta.
¿Se puede vivir de la música en Mallorca o tiene pluriempleo?
—En los últimos 8 o 10 años hay un auge de orquestas en Mallorca, se está profesionalizando, pero quizás las instituciones podrían ayudar más a los pequeños proyectos que jugamos con presupuestos muy pequeños. Al final muchos músicos freelance tienen otros empleos o salen de Mallorca para formar parte de jóvenes orquestas de otros países, tanto músicos, como solistas y productores.
¿Le tienta irse ‘con la música a otra parte', como dice el refrán?
—Los músicos freelance que conozco muchas veces tienen trabajo fuera de España a costa de una vida personal más estable, viajando mucho de un sitio a otro. Cuando terminé mis estudios estuve tentado de irme a Alemania, pero entonces me ofrecieron dirigir la orquesta de la UIB. Luego me atrajo la idea de tener mi proyecto más personal, con la Orquestra Lauseta, que me permite encarar producciones con más libertad, con otras formaciones invitadas, que este año será la orquesta UIB, pero también asumir proyectos extras que te permiten aunar producciones simfónico-corales.
¿Las producciones tienen que ser ‘modernas' para atraer al público contemporáneo?
—Hemos hecho producciones que fusionan estilos, como Rocky amb corda y Queen amb corda, la banda sonora de Rocky Balboa y canciones de Queen con instrumentos de cuerda, respectivamente. También producciones con música de Dulzaro y de Coldplay; o de Charlie Parker con un trío de jazz y un saxofonista, como ejemplos. Estas fórmulas sorprenden al público, que no se habría imaginado ver a una orquesta de instrumentos clásicos dando un buen concierto de música contemporánea.
¿Los precios son una barrera?
—Es uno de los mitos que queremos romper, la entrada para los conciertos de la Orquestra Lauseta en el Teatre de Lloseta y en el Auditori de Porreres es económica. Pero esto nos lleva al handicap de que mucha gente parece pensar que si la entrada no es cara, el producto no será bueno.
Entre las tres orquestas, habrá un centenar de músicos, ¿en qué se diferencian?
—Son proyectos distintos. La Orquestra UIB está formada por alumnos de la Universitat y del Conservatori Superior de Música i Dansa que deben tener cierto nivel y que forman parte de la orquesta como asignatura optativa. Es la más grande, con unos 65 músicos y ensayamos cada semana en el edificio de Sa Riera. La Unió Musical Inquera es una banda de unos 25 miembros que son más amateur pero con mucho arraigo, y tenemos un convenio con el Conservatorio Profesional de Inca para que sea la cantera; y la Orquestra Lauseta somos de 15 a 20 músicos profesionales de perfil joven, un número limitado por el presupuesto de que disponemos. Tenemos una temporada fija en el Teatre de Lloseta y el Auditori de Porreres y en los siete años desde su creación, vamos fidelizando un público.
¿Cree que la IA le sustituirá?
—Creo que nunca un robot podrá dirigir una orquesta, o espero que no pase. La tecnología ha hecho grandes avances por la música, como que productores y compositores puedan tener su residencia en Mallorca y trabajar con proyectos a gran nivel en otros países. Pero la tecnología nunca cambiará la vivencia de un concierto en directo. La sociedad tiene que vivir más el presente, el aquí y ahora.
¿Tiene un compositor preferido?
— Creo que muchos coincidirán conmigo en que, sin la obra de Johann Sebastian Bach, no se entendería la música actual. Era un avanzado a su tiempo y esto se ha visto siglos después, no en su época.
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