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Relativa normalidad en el primer día de restricciones en el acceso de vehículos privados a la península de Formentor, que comenzaron este sábado y se extenderán hasta el 30 de septiembre. No ha habido largas colas, ni caos circulatorio, ni aparcamientos llenos a rebosar. De hecho, en ningún momento del día se ha tenido que bajar la barrera instalada en la rotonda donde comienza el ascenso a Formentor y que se cierra cuando los tres aparcamientos de la playa están llenos.

Lo cierto es que la circulación ha fluido constantemente. Eso sí, cabe destacar que las restricciones no impidieron que ciertos puntos de la península, como el mirador del Colomer, estuvieran llenos de ciclistas, motoristas y grupos de turistas desde las 10 horas. Estos se han detenido en la pequeña zona de aparcamiento para disfrutar de las vistas. Esto ha generado que, al llenarse las pocas plazas de parking, los conductores hayan optado por estacionar en el arcén de la carretera que asciende a la Talaia d’Albercruix, una acción prohibida expresamente por la Direcció General de Trànsit (DGT).

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Además, la situación también ha generado tensión entre residentes y visitantes. En distintas ocasiones, los vecinos han espetado a los turistas que «a partir de las diez ya no podéis pasar, os tenéis que ir». En realidad, estas disputas solo evidenciaron un hecho: las restricciones impuestas generan confusión. Lo cierto es que no es verdad que a partir de las 10 horas no puedan subir coches privados, sino que es cuando se llenan los tres aparcamientos.

Goteo constante

Alrededor de las 12 horas, un goteo constante de coches particulares ha ido llegando al aparcamiento principal de la playa, que hasta ahora gestionaba la Inmobiliaria Formentor. Este es el primer año que, tras la sentencia de un juzgado de Palma, el Ajuntament gestiona las instalaciones. Por ello, estacionar este verano será gratuito. Aunque en algunos momentos del mediodía ha habido pequeñas colas para acceder al aparcamiento, en ningún momento se han generado retenciones de más de cinco minutos.

A lo largo de la mañana, solo unos pocos despistados se han saltado la restricción e intentaron acceder al faro en sus vehículos. Un agente de la Policía Local que estaba allí les ha indicado que se trataba de una infracción y que tenían que coger el bus para acceder. Precisamente cada media hora ha subido un bus lanzadera, que ya iba medio lleno de turistas. Este se ha detenido en el aparcamiento de la playa y ha llevado a los visitantes que habían subido el primer tramo en transporte particular, hasta el faro. El trayecto cuesta entre 3 y 4,5 euros para los visitantes en función de donde se coja y es gratuito para quienes tienen la tarjeta TIB.