El arqueólogo Sebastià Munar, en una imagen captada en Costitx. | L.O.

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Si desenterrar yacimientos arqueológicos es una labor que entraña dificultad y que requiere tiempo y paciencia, imagínense estudiar el rastro de las antiguas civilizaciones bajo el mar. Este es el oficio de Sebastià Munar, arqueólogo terrestre y subacuático que colabora en el estudio de yacimientos como la ciudad romana de Pol.lèntia (Alcúdia); el barco de la época griega de Cala Sant Vicenç (Pollença); la embarcación púnica en el islote El Sec (Calvià), y el pecio romano hundido en Ses Fontanelles, entre otras investigaciones.

¿Cómo llegó a la arqueología subacuática?
—Tras licenciarme en Historia en la UIB, hice un máster de arqueología en Barcelona y allí descubrí la arqueología subacuática. En 2004 tuve la oportunidad de participar como estudiante en la excacavación del pecio de Cala Sant Vicenç, que se encargó al Centre de Arqueologia Subacuàtica de Catalunya (CASC), y me fue gustando cada vez más. También hice mi trabajo de máster sobre la arqueología náutica y subacuática en Balears, en el que hago una recopilación de todos los naufragios de la época clásica que están documentados en las Illes Balears. Ahora solo se imparte en Cádiz.

¿Y son muchos?
—Hay 120 naufragios documentados que datan desde el siglo VI a.C. hasta la antigüedad tardía, hacia el 911 d.C. Balears es uno de los lugares con más concentración de restos arqueológicos de todo el Mediterráneo, con representación de todas las épocas, algo que confirma la importancia de nuestras islas en las rutas comerciales de la época.

¿Cómo fue descubierto el pecio de Cala Sant Vicenç? —Los yacimientos subacuáticos están cubiertos de arena, concretamente el de Pollença está a una profundidad de 6 metros con una capa de arena encima de 3 metros. Se descubrió cuando se quiso extraer arena del fondo para regenerar la playa después de un temporal. Las piezas halladas están en el Museu de Mallorca. Es un barco muy singular, porque se puede ver que sus piezas están cosidas con cuerda de esparto, un sistema característico de la época griega clásica. Es el único pecio de origen griego que se conoce en toda España

¿Y el de El Sec, en Calvià?
—Fue localizado en los años ‘40 por un expoliador. En los años ‘70, el extinto Patronato de Excavaciones Arqueológicas Submarinas de Mallorca impulsó el rescate en colaboración con buzos de la Armada, con los que se hicieron cuatro campañas para la extracción de los materiales. Pero no se hizo investigación hasta la quinta, dirigida por el arqueólogo italiano Nino Lamboglia. En 2020 se hizo un estudio naval y hemos podido documentar que era un barco púnico, de Cartago, que naufragó en el siglo IV a.C.

¿Qué busca en Pol.lèntia?
—Sabemos que Pol.lentia era una ciudad orientada al mar, que tendría dos puertos, uno en la bahía de Alcúdia y otro en la de Pollença. En 2016, durante un seguimiento del dragado de la zona portuaria, localizamos restos de ánforas. Los indicios nos dicen que había un tercer puerto interior, con una laguna navegable contectada al mar por un canal. No es una teoría descabellada, durante la excavación de un solar hallamos vestigios de un edificio asociado al barrio portuario datado entre el s. I a.C y el I d.C.

¿Los yacimientos subacuáticos se quedan bajo el mar?
—No es habitual extraerlos, es muy complejo. Ahora el Consell prepara la extracción del pecio de ses Fontanelles para museizarlo, por su gran potencial a nivel científico. Son barcos de madera que han permanecido 1.700 o 1.800 años bajo el mar, muy inestables y se tiene que hacer con sumo cuidado. Soy uno de los directores de la excavación y hace un mes terminamos de estudiar su arquitectura naval para determinar cuál es la metodología conveniente para realizar la extracción. Este verano también participaré en la extracción del barco fenicio Mazarrón II en Cartagena, pero son excepciones.

¿Por qué hubo tantos naugrafios en Cabrera?
— Es uno de los lugares donde hay una mayor concentración, con una veintena de barcos hundidos. Por muchos factores, era un lugar habitual para repostar y refugiarse, pero también una zona peligrosa para la navegación a vela antigua, con cambios de tiempo repentinos.

¿Qué retos afronta su profesión?
—En general, la carencia de un centro de arqueología subacuática como tienen otras autonomías, que dirija la investigación, gestión y protección de los yacimientos. Y por otro lado, que en Mallorca no hemos terminado las cartas arqueológicas subacuáticas, un mapa que sitúe estos restos. Las zonas de Tramuntana y de Llevant nunca se han investigado.