Los figueralers jóvenes y seniors, rodeados por las autoridades locales e invitadas. | Lola Olmo

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Lloret se volcó ayer en su vistosa Festa des Sequer. A las seis en punto, los figueralers joves, Pep Vives y Margalida Gili, pronunciaronla Crida, una rima con la que dieron el sus para que la comitiva formada por el alcalde, Sebastià Amengual, y las autoridades, los xeremiers, los Gegants Domingo y Loreto, la Agrupació cultural Brocalet y sus invitados, los canarios La Villa, iniciaran el paseo para ir a recoger a los orgullosos figueralers de este año, Maria Miralles y Bernat Regis.

Días atrás, un artículo señalaba a Lloret como el pueblo más feo de la Isla según una IA, una afirmación de «una máquina sin alma que nunca ha estado aquí y no sabe que Lloret es, lo mejor del mundo, en miniatura». Así le daba la vuelta el concejal Ton Oliver al presentar el acto, para júbilo de un pueblo pone en valor el cultivo de la higuera que dio sustento y todo un legado cultural propio a las familias lloritanes en el pasado.

Réquiem por la higuera

Tras el recorrido, salpicado de bailes, se inauguró la exposición de higos en las salas interiores del Convent. La asociación ARCUFI reivindicó en esta muestra la labor que realizan muchos voluntarios para recuperar el cultivo de las higueras. Denunció el abandono del figueral con un réquiem de troncos muertos, pero también la renovación de la vida, higueras jóvenes que se plantaron hace dos años. Mientras, en la Plaza y alrededores el público disfrutó de un mercado artesanal y gastronómico con variedad de recetas con higos.