La Plaza España de Lloseta será remodelada. | Lola Olmo

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El equipo de gobierno del Ajuntament de Lloseta, integrado por Més, PSOE y Ara Sí, ha salido al paso de la polémica suscitada por la filtración de una idea para reformar la plaza de España rebajando su altura al nivel de la calle Guillem Santandreu. Mientras un grupo de vecinos y los partidos de la oposición recogen firmas para exigir que este espacio público conserve su fisonomía actual, el equipo de gobierno asegura que «no hay ningún proyecto definitivo, solo es una idea preliminar cuya viabilidad estamos estudiando».

Més, PSOE y AS han querido tranquilizar los ánimos en un momento de gran división en Lloseta por este asunto. «Somos conscientes de la importancia de este espacio para todos y garantizamos que cualquier cambio será fruto de un proceso de diálogo y consenso». Y añaden que el Ajuntament de Lloseta no ha trasladado ningún proyecto a la ciudadanía «porque no hay nada definitivo y antes de comunicar nada es preciso estudiar su viabilidad».

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Mientras los tres partidos de la oposición, PP, el PI y Vox rechazan la posibilidad de demoler la plaza para construir una nueva a nivel de la calle, el gobierno municipal ha acusado a sus adversarios de «utilizar información confidencial fuera de contexto para generar alarma y división en nuestro pueblo». Especialmente, acusa al PP de «abuso de su poder por difundir fotografias privadas del trabajo de un profesional con el objetivo de dividir al pueblo y crear malestar y crispación». La portavoz del PP, Xisca Ramis, se ha mostrado «totalmente en contra del proyecto» y recogerá firmas para pedir que se embellezca la plaza de Lloseta, que está deteriorada, pero conservando su estructura y aspecto actual.

plaza de Lloseta
La plaza de Lloseta está situada a unos cinco metros por encima del nivel de la calle Guillem Santandreu y se ha planteado rebajarla. Foto: L.O.

Por su parte, ARCA, entidad que vela por la conservación del patrimonio urbano, se opone a la modificación integral de la plaza, que fue diseñada por el arquitecto Gabriel Alomar hacia 1940. Fue un encargo del financiero Joan March, que por aquella época había adquirido el Palau d’Aiamans, situado en la parte alta de la actual plaza, cerca de la iglesia.

ARCA considera que rebajar la plaza supone «la pérdida de la memoria colectiva de estos 80 años de historia, fiestas y acontecimientos». También señala que quedaría desalineada de los jardines adyacentes y que la iglesia quedaría a una altura desproporcionada. Por ello, propone «mejorar la plaza pero conservando su personalidad y potenciando sus valores patrimoniales».