Ayer por la mañana se empezaron a inocular las primeras dosis. | Gori Vicens

TW
0

Un pequeño halo de esperanza para el sector ganadero de las islas. Los veterinarios empezaron ayer la campaña de vacunación de ovejas contra la lengua azul, una enfermedad vírica que ya ha matado a miles de animales en Mallorca. Las estimaciones de los payeses son que hasta 20.000 ovejas podrían haber muerto desde que a finales de agosto se detectó el primer caso en la Isla.

Todos los veterinarios de las Agrupaciones de Defensa Sanitaria (ADS) han presentado ya su plan de vacunación a la Conselleria d’Agricultura i Pesca, por lo que han podido iniciar la inoculación de las primeras 50.000 dosis que llegaron el viernes. Este fue el caso de la cabaña de ovejas que tienen Miquel Estelrich y su padre en las explotaciones de Can Bernadí y Son Danusset, en el municipio de Santanyí. La familia de ganaderos cuenta con más de 700 cabezas de ovino y, al ser animales de raza autóctona han podido ser prioritarias para la vacunación.

Miquel Estelrich explica que entre las dos fincas ya han perdido 30 ejemplares y en una de sus guardes con 45 ovejas ahora quedan solo 30. «La lengua azul nos ha afectado muy negativamente, muchos animales han muerto. Les hemos dado antibiótico y antiinflamatorio para ver si pasarían el periodo de incubación y lo superarían, pero la mayoría mueren ya que el cerotipo 8 de este virus que nos afecta es muy agresivo», explica.

Conocer el alcance real de como ha afectado la lengua azul a la campaña insular será complicado. Si hace solo dos semanas el sector estimaba que el 10 % de las cabañas de ovejas declaradas en Balears (150.000 cabezas) habían perecido infectadas por el virus, ahora la cifra podría superar los 20.000 animales, ya que deben contabilizarse también todas aquellas que no están registradas.

«Hay explotaciones en la Serra que han perdido más de 100 ovejas» recuerda Estelrich mientras denuncia la situación de «abandono» que muchas veces viven los ganaderos. Las pérdidas económicas, en el caso de esta familia de Santanyí, se acerca a los 7.000 euros. «No solo calculamos las ovejas muertas, nos ha afectado también porque muchas tenían crías, muchas madres han abortado o no han podido parir», añade mientras denuncia que no se haya actuado antes con la disposición de vacunas «si hace meses que el virus está en la Península».

«Venimos de un año de sequía que, en nuestro caso, hemos tenido que comprar casi 300.000 euros en comida. El año pasado ya perdimos dinero y este año, que teníamos que empatar, llega el virus. Estamos bastante desamparados. Nadie empuja por los payeses y nos sentimos muy solos», añade.