La Comisión Europea ordenó ayer retirar y destruir las aves y los
huevos procedentes de más de 400 explotaciones belgas que
utilizaron piensos contaminados con dioxina, pero descartó un
embargo total de los envíos de ese país. Esta medida, que se limita
a las mercancías producidas entre el 15 de enero y el primero de
junio, comprende también todos los productos derivados o en cuya
elaboración se haya utilizado más de un 2% de huevos.
El Comité Veterinario Permanente de la Unión Europea dio su
visto bueno a la decisión de la Comisión, aunque se abstuvieron
España y Bélgica, por razones totalmente opuestas. Las autoridades
españolas no consideraron suficiente la acción adoptada por la
Comisión, mientras que para Bélgica es demasiado severa.
El Ejecutivo comunitario, que delegó la decisión en los
comisarios europeos de Agricultura y de Consumo, Franz Fischler y
Emma Bonino, no estimó necesario cerrar las exportaciones belgas a
pesar de que todavía se desconoce con exactitud el número de
explotaciones afectadas.
Fuentes del Ejecutivo reconocieron que aunque la «cifra oficial»
anunciada es de 416 explotaciones, ya se sospecha de un número
cercano a las 460 granjas.
Por otra parte, fuentes belgas destacaron las importantes
dificultades que existen para conocer los envíos realizados hasta
ahora de huevos contaminados y los países de destino.
Los dos dirigentes de la empresa belga Verkest, implicados en el
escándalo por la contaminación de pollos con dioxina, han sido
detenidos y acusados de falsedad en documento público y fraude,
informaron ayer fuentes judiciales belgas. Lucien Verkest y su hijo
Jan, fabricantes de harinas de pienso para animales en Deinze, han
sido acusados de que el producto que pusieron a la venta a las
granjas agrícolas no estaba compuesto en un cien por cien de grasas
animales y esto no estaba especificado en las facturas.
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