Un amplio despliegue policial ha acompañado ayer a los llamamientos
a la calma formulados desde todas las administraciones para
intentar apaciguar los ánimos y evitar que se repitan
enfrentamientos entre los vecinos y la comunidad magrebí del barrio
Ca n'Anglada, en Terrassa (Barcelona).
Un millar de personas se manifiestaron ayer por la tarde por las
calles de Terrassa en repulsa por la violencia que se ha generado y
para reclamar tolerancia, respeto y convivencia en un barrio en el
que la mayoría de sus habitantes son trabajadores, muchos de ellos
procedentes de otras comunidades españolas.
La policía controló durante todo el día de ayer las calles de
Can n'Anglada, por las que apenas se vieron inmigrantes, aunque
algunos marroquíes se dirigieron por la mañana a la mezquita para
orar y tratar de hablar con sus conciudadanos sobre el problema que
se ha generado en el barrio.
Un grupo de jóvenes incontrolados intentó dañar la noche del
jueves los coches de algunos inmigrantes magrebíes tras una
manifestación improvisada en la que participaron unas 300 personas,
que lanzaron proclamas contra los marroquíes.
La policía se empleó en la noche del jueves con contundencia
para evitar que se reprodujesen los actos violentos del pasado
miércoles, cuando un joven marroquí fue apuñalado y varios
establecimientos de musulmanes apedreados.
El alcalde de Terrassa, Manuel Royes, que ha pedido a los
vecinos que recobren la «sensatez», ha ordenado regresar a todos
los policías municipales que estaban de vacaciones y, con la ayuda
de la Delegación del Gobierno y los policías que se han desplegado,
poder controlar la situación en el barrio, donde ha admitido que se
ha desatado un problema de convivencia «grave».
El ministro portavoz del Gobierno, Josep Piqué, ha hecho un
llamamiento «a la calma» para evitar que se repitan nuevos
incidentes y ha anunciado que el Ejecutivo será «inflexible e
implacable» en la defensa de los derechos de los inmigrantes.
Al igual que Royes, Piqué también ha calificado de «graves» los
sucesos registrados en Terrassa y ha hecho una «clara apelación» a
la necesidad de que la sociedad española, «que es solidaria, no
olvide en ningún momento que desde hace muchas décadas se ha visto
obligada a exportar personas a otros países para buscar
sustento».
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