El contexto social y familiar influye en el fracaso escolar.

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Según explicó ayer Alvaro Marchesi, ex secretario de Estado de Educación, este 26 por ciento de fracaso escolar se distribuye muy desigualmente en España, llegando incluso a duplicarse en algunos contextos socioeconómicos desfavorecidos. No obstante, indicó que, como norma general, los estudiantes de la mitad norte peninsular registran un mayor nivel de éxito académico que los del sur al final de la educación secundaria obligatoria.

Por otro lado, Marchesi restó importancia a la diferencia entre la media española y el promedio de la OCDE, y señaló que hace tan sólo 5 años, cuando en España los alumnos terminaban la educación obligatoria con 14 años y no con 16, el fracaso escolar sólo ascendía al 14%.

Los alrededor de 200 expertos reunidos en Madrid para tratar el problema del fracaso escolar coinciden en la existencia de tres factores relacionados con este fenómeno: el contexto social y familiar; el funcionamiento del sistema educativo y el trabajo desarrollado en cada centro.

Según explicó Marchesi, está demostrado que el fracaso escolar afecta principalmente a los alumnos de familias más desfavorecidas y con un menor capital cultural. Además, según las conclusiones de la jornada, «los medios económicos de los que dispone una familia, junto con su nivel cultural y social, influyen poderosamente en las posibilidades de sus hijos».

En segundo lugar, las propias limitaciones del sistema educativo (ausencia de recursos suficientes, la limitación del número de profesores y servicios de apoyo, el elevado número de alumnos por aula, la rigidez organizativa y la falta de formación del profesorado para tratar a los alumnos con mayor riesgo) también «dificultan enormemente» enfrentarse con éxito al fracaso escolar.

En tercer lugar, los expertos consideran que también los propios centros, así como los profesores individualmente considerados, pueden contribuir a reducir el fracaso escolar. En este terreno, resulta esencial que el centro tenga un proyecto educativo propio, así como una «cultura participativa» que implique más a alumnos y profesores.