Miembros de la policía china custodian, ayer, al líder de la secta Falun Gong.

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La nueva normativa, adoptada por el Comité Permanente de Asamblea Nacional Popular (ANP), «alerta a la policía, jueces y Administración, contra las actividades de las organizaciones de culto, que deben ser eliminadas con firmeza». El proyecto, que todavía deberá ser ratificado por el pleno de la ANP en marzo del año próximo, no define qué es un «culto herético», pero si menciona al grupo budista Falun Gong como modelo de enemigo «antisocial y anticientífico» que debe combatirse con medidas preventivas y represivas.

Con la aprobación de esta normativa, la Asamblea dota de fuerza legal a la «caza de brujas» oficial contra este grupo de meditación, un escalón más hacia la satanización total Falun Gong, que esta misma semana fue clasificada como «secta», por Pekín, que antes la consideraba sólo como «organización ilegal». En un encendido editorial, el oficialista «Diario del Pueblo» calificó a Falun Gong de «secta altamente estructurada y jerarquizada», y tan peligrosa como los davidianos en Estados Unidos o a la secta japonesa de la Verdad Suprema, que provocó decenas de muertos en un atentado con gas sarín al metro de Tokio, en 1995.

Desde su ilegalización el pasado 22 de julio, unos 47.000 miembros de Falun Gong han sido detenidos en todo el país, según datos proporcionados por la secta, que ha denunciado también la muerte de 10 adeptos por torturas en las dependencias policiales. Falun Gong, que cuenta con 60 millones de seguidores en China, ha protagonizado esta semana varias protestas ante el Gran Palacio del Pueblo, sede de la ANP, en la plaza de Tiananmen, para denunciar la represión de la que es objeto su doctrina budista.