El Papa se ha mostrado a favor de la reforma de las Naciones Unidas
y ha dicho que los crímenes contra la humanidad no pueden ser
considerados asuntos internos de una nación y que sólo habrá paz si
está acompañada de equidad, verdad, justicia y solidaridad. «Que
nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra sea
sinónimo de paz duradera. No hay verdadera paz si no viene
acompañada de equidad, verdad, justicia y solidaridad», indica Juan
Pablo II en su mensaje para la XXXIII Jornada Mundial de la Paz,
presentado ayer.
El Papa advierte de que «está condenado al fracaso cualquier
proyecto que mantenga separados dos derechos indivisibles e
interdependientes: el de la paz y el de un desarrollo integral y
solidario».
La Jornada Mundial de la Paz se celebra el 1 de enero del año
2000 y en el mensaje Juan Pablo II asegura categóricamente que «la
paz es posible», pero que debe ser construida día a día. Recuerda
que durante el siglo que se acaba la humanidad ha sido duramente
probada por interminables y horrendas guerras, genocidios y
«limpiezas étnicas» que han dejado millones de víctimas, familias y
países destruidos, miles de refugiados, miseria y enfermedades.
Según el Pontífice, las guerras, además de ser extremadamente
dañinas, no resuelven los problemas que las originan y «sólo desde
la paz y con la paz» se puede garantizar el respeto a la dignidad
de la persona y de sus derechos inalienables.
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