Juan Pablo II, a su llegada a Korazim, donde fue recibido por miles de fieles de 80 países.

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JUAN LARA - JERUSALEN En el día dedicado a Galilea, donde predicó Jesús de Nazaret, Juan Pablo II celebró ayer misa en el Monte de las Bienaventuranzas y después se entrevistó allí mismo con el primer ministro israelí, Ehud Barak, quien resaltó la contribución del Papa a la paz mundial y en Oriente Medio.

En una jornada inolvidable, el Papa se reunió con 100.000 jóvenes de 80 países en el lugar donde, según la tradición, Jesús pronunció el sermón de la montaña, cerca del Lago Tiberiades, el llamado mar de Galilea, y después siguió las huellas de su predecesor, el apóstol Pedro, en Cafarnaún y visitó la localidad de Tabgha, donde Jesús realizó el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.

La entrevista con Barak se celebró en la casa del santuario del Monte de las Bienaventuranzas, que pertenece a la localidad de Koracim.
Tras el encuentro, el primer ministro dijo que la estancia del Papa en Israel supone un enorme paso para la reconciliación entre judíos y cristianos y servirá para la paz en el mundo y sobre todo en la región de Oriente Medio.

La entrevista se celebró allí por expreso deseo de Barak, según fuentes vaticanas, y duró apenas quince minutos, debido a que comenzó cuando apenas faltaba una hora para el inicio del «Shabat», el día de descanso de los judíos, que se desarrolla desde el anochecer del viernes hasta el anochecer del sábado.

Durante esa jornada no se puede, entre otras, trabajar y viajar. De ello la necesidad de regresar cuanto antes al lugar donde transcurrirá el «shabat».
Además de cumplir con el descanso sabático, Barak evitó poner en peligro su coalición de gobierno, de la que forma parte el partido ultrarreligioso Shas, que es clave para el mantenimiento de la misma y que habría puesto el grito en el cielo, sin descartarse que incluso pudiera abandonarla.

El portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, por su parte, resaltó las palabras de reconocimiento que tuvo ayer Barak hacia el Papa durante la visita del Pontífice al Yad Vashem, el mausoleo en memoria de los seis millones de judíos víctimas del holocausto.