Bill Clinton lava su limusina con una manguera, mete su ropa en la
lavadora, hace de telefonista en la Casa Blanca... ¿Es la
realidad?. Al menos es lo que el presidente de EE UU cree que puede
ocurrirle en los últimos meses de su mandato.
A pesar de que aún le quedan ocho meses al frente de la Casa
Blanca, Clinton comienza ya a aparecer en despedidas, y entre
bromas y chistes, a hablar cada vez más de lo que será su vida
cuando deje la presidencia.
El presidente asistió el sábado por la noche a la última cena
anual con los corresponsales de prensa de la Casa Blanca. Clinton
aprovechó para exhibir sus dotes comunicativas y lanzar dardos
envenenados contra amigos y enemigos políticos, y, como buen
cómico, no dejó de burlarse ni de sí mismo ante unos 2.600
periodistas, políticos y famosos.
El plato fuerte que presentó fue el vídeo protagonizado por el
propio Clinton, y en el que se escenifica cómo serán sus últimos
meses en la Casa Blanca, un período en el que, dice la tradición, a
los presidentes salientes no les hace caso nadie, porque apenas
pintan nada.
Abandonado e ignorado por todos, Clinton apareció ofreciendo una
conferencia de prensa a una única periodista (quien por cierto se
había dormido), lavando la ropa y haciendo de telefonista de la
Casa Blanca, limpiando su limusina con una manguera y viendo la
película «101 dálmatas» acompañando sólo por su perro «Buddy».
Con la primera dama de campaña electoral, el presidente corre
tras el coche de su esposa para que no se olvide llevar el almuerzo
al trabajo, y, aburrido, acaba jugando a la guerra de barquitos con
el jefe del Estado Mayor Conjunto en la sala de crisis de la Casa
Blanca.
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