La Guardia Civil interceptó ayer en el Campo de Gibraltar a 63 inmigrantes indocumentados.

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El texto, del que informó ayer el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, ha sido sometido a la opinión de grupos políticos, comunidades autónomas y organizaciones sociales. «Las medidas que se proponen no implican que el Gobierno esté en contra de la inmigración», argumentó el ministro portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, quien explicó que la reforma que se llevará a cabo se resume en tres conceptos: se modificará lo necesario, se hará por consenso y con urgencia.

Por eso, el texto que ha presentado Mayor Oreja únicamente trata de los aspectos generales de la ley, sin entrar en el articulado de los puntos, en espera de que los grupos políticos y sociales den su punto de vista. El informe se desarrolla en torno a cinco cuestiones: la diferenciación entre legalidad e ilegalidad, la revisión del régimen jurídico de la concesión de visados, evitar la regularización permanente, la ampliación de los supuestos de expulsión del país de los inmigrantes ilegales y el endurecimiento de las sanciones a las mafias.

Cabanillas justificó estas modificaciones en la adecuación a lo acordado en la Cumbre comunitaria de Tampere, en el riesgo de una judicialización de la concesión de los visados, en la necesidad de control de los flujos de extranjeros ilegales y en el aumento de las organizaciones que se dedican al tráfico ilegal de personas. En relación al aumento de los supuestos de expulsión, Cabanillas argumentó que es ridículo que sólo se pueda devolver a su país a las personas que intenten entrar de manera ilegal y que se les descubra. «¿Y qué sucede con los que sí consiguen entrar? La situación que se crea es absurda», manifestó.