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La cifra de personas fallecidas en la explosión de un oleoducto cerca de la ciudad de Warri (sur de Nigeria), ocurrida la madrugada del domingo al lunes pasado, se elevaba ayer a 300 según declaró un dirigente local, Benjamin Okumagba. Pero el número exacto de las víctimas mortales, según las autoridades, no podrá saberse hasta que las investigaciones determine el número de personas desaparecidas y no encontradas, ya que muchos cuerpos quedaron carbonizados y otros desaparecieron por completo a causa de la elevada temperatura de las llamas.

Según las autoridades la explosión ocurrió cuando una de las tuberías del oleoducto, que pasa cerca de Adeje, fue perforada por un grupo de jóvenes para extraer gasolina. Centenares de personas, hombres, mujeres y niños, acarreaban en cubos y bidones el combustible que salía por la perforación realizada en la tubería, y en segundos quedaron envueltas en las llamas causadas por la explosión. Un incidente similar, con un saldo de más de 1.100 muertos, ocurrió hace dos años en la misma región de Warri, una de las principales zonas productoras de crudo de Nigeria y donde funciona la mayor refinería de petróleo del país.

Los numerosos oleoductos que salen de la planta hacia otras regiones son perforados continuamente por las poblaciones locales desempleadas, que viven en la pobreza y sobreviven gracias a la venta ilícita del combustible robado, a pesar de los riesgos que conlleva.