El canciller alemán, Gerhard Schroeder, dijo ayer que el acuerdo
para las indemnizaciones a los trabajadores forzados del Tercer
Reich «cierra el último capítulo del pasado nacionalsocialista» y
que con ello «Alemania demuestra que es consciente» de ese legado.
El acuerdo por el que el Gobierno y la industria alemana se
comprometen a pagar, a partes iguales, 10.000 millones de marcos
(5.000 millones de dólares) a los ex trabajadores esclavizados, es
«un compromiso justo» y un «gesto humanitario» que se ha hecho
esperar, dijo el canciller. El representante del Gobierno
estadounidense en las conversaciones, Stuart Eizenstat, declaró,
por su parte, en la ceremonia de firma del acuerdo, que, aunque el
adjetivo histórico se suele emplear con demasiada frecuencia, no es
exagerado en este caso. Se ha tratado, recordó, de las «últimas
negociaciones multilaterales con Alemania sobre el periodo
nazi».
El Gobierno alemán, dijo el representante de EEUU, ha hecho un
esfuerzo de gran «dimensión moral», que «ayudará a cerrar un
capítulo» y demuestra que Alemania, contrariamente a otros países
«hace frente a su pasado» y acepta «colectivamente sus
responsabilidades». Recalcó, sin embargo, que la ayuda llega tarde
para muchos ex trabajadores forzados («quienes ayudaron a mantener
en marcha la economía alemana mientras este país estaba en guerra»)
que han muerto, y que los supervivientes han tenido que esperar
muchos años.
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