El comandante de la Flota del Norte rusa, almirante Viachislav
Popov, señaló que algunos indicios apuntan a que la veintena de
tripulantes del «Kursk» refugiados en la popa tras los primeros
instantes del accidente habrían vivido hasta el día siguiente. «El
momento preciso de la muerte lo establecerán los forenses, pero mi
experiencia en submarinos me permite suponer que la dotación murió
no más tarde del día 13 de agosto».
De esta forma, algunos de los 118 marinos del «Kursk» habrían
estado esperando al menos durante 12 horas en el fondo del mar de
Barents un rescate que nunca llegó. Otros informes suministrados
indicaron que los cuatro cadáveres recuperados de la popa del
submarino hace dos días presentaban quemaduras y traumas diversos,
lo que permite confirmar que se produjo un incendio en el
interior.
Sobre uno de los cadáveres se encontró una nota en la que un
marino apuntaba en sus últimos instantes de agonía la presencia de
23 marinos en el compartimento noveno, adonde se desplazaron desde
los tres anteriores. La Armada siempre sostuvo que en los primeros
instantes de la catástrofe que hundió el «Kursk» murieron más de
las dos terceras partes de la dotación del submarino nuclear.
Mientras, en tierra crecía el escándalo, reavivado por la
noticia de que en el submarino «Kursk» hubo sobrevivientes que no
recibieron auxilio, el anuncio de una futura querella de los
familiares de las víctimas del accidente contra el Estado y el
aviso sobre la probable suspensión del rescate.
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