Tras pasar 35 años en la clandestinidad, ingresó en prisión poco
después de las dos y media de la tarde, apenas unas horas después
de aterrizar en la base militar de Northolt, al oeste de Londres,
donde fue detenido y conducido ante el juez. 'Ronnie' Biggs llegó
en un avión privado fletado por el diario sensacionalista 'The
Sun', que podría haberle pagado más de 90 millones de pesetas por
la exclusiva. De hecho, viajaba acompañado por dos periodistas del
rotativo, además de por su hijo Michael y de su antiguo cómplice y
'cerebro' del robo, Bruce Reynolds.
En el aeropuerto le esperaba la policía, que le arrestó y le
llevó a un hospital para que le realizaran un chequeo médico. Una
vez terminados los análisis, fue trasladado a los juzgados, donde
un juez decidió que debía volver a ser encarcelado para terminar de
cumplir su condena. A sus 71 años, y después de tres apoplejías,
Biggs apenas pudo balbucear unas palabras ante el magistrado. En
los años sesenta fue condenado a pasar 30 años entre rejas, pero
quince meses después se escapó. Por aquel entonces huyó a Brasil,
donde conoció a una brasileña con la que tuvo un hijo, y fue
precisamente esto lo que impidió a las autoridades británicas pedir
su extradición.
El abogado de Biggs anunció que recurrirá esta sentencia
amparándose en la delicada salud de su cliente, quien compareció
ante el juez andando con la ayuda de un bastón. Sus representantes
legales dicen que su salud presenta un peligro y que debería
recibir la atención médica adecuada lo antes posible. Asimismo
criticaron a los servicios de inmigración por haberle denegado su
pasaporte, lo que le hubiera permitido volver al Reino Unido de
forma legal.
En el momento de su arresto esta mañana estaba presente el
superintendente John Coles, jefe del grupo de la lucha contra el
crimen organizado, a quien el mismo Biggs había enviado un correo
electrónico la semana pasada pidiéndole un pasaporte británico y
ofreciéndose entregarse a su llegada al Reino Unido. En esta misiva
Biggs le dijo que su mayor ilusión era volver a su país antes de
morir, beber cerveza en su pub de siempre y volver a tomar curry. A
Biggs todavía le queda por cumplir una condena de 28 años, por su
participación en el robo del tren de Glasgow en 1963, cuando fueron
robados alrededor de 700 millones de pesetas.
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