Este nuevo caso, que se añade a la sucesión de escándalos en la
sanidad de este país por pura negligencia en la atención a los
pacientes, ocurrió en el hospital «Queen Mary» de Sidcup, en Kent.
El bebé James Kelly Fernández nació el pasado 17 de noviembre,
diecisiete semanas antes de lo previsto después de que la madre, la
española Amaya Fernández, de 25 años, tuviera problemas por
toxoplasmosis (una infección sanguínea), según reveló ayer el
diario sensacionalista «The Sun». La criatura, que pesaba 450
gramos, murió en brazos de sus padres "Amaya Fernández y Patrick
Kelly" pocas horas después de nacer y su cuerpo quedó en la cámara
mortuoria del hospital a la espera del funeral, previsto para el 17
de diciembre.
Sin embargo, cuando las enfermeras fueron a por el cadáver para
entregarlo a los padres se dieron cuenta de que había desaparecido.
Sin saber exactamente cómo pudo ocurrir algo así, el bebé fallecido
fue encontrado poco después entre la colada de varias sábanas en
una lavandería industrial situada a unos cuatro kilómetros del
hospital. El cadáver presentaba numerosas fracturas ya que había
sido introducido en las lavadoras industriales "que limpian a
noventa grados de temperatura". El «Queen Mary», que ha emprendido
una investigación interna sobre lo sucedido, se ha disculpado con
la familia y ha calificado el incidente de «trágico error». «Por
alguna razón, el cuerpo del bebé fue llevado a una canasta para
sábanas en la cámara mortuoria y, después, a la lavandería, donde
fue encontrado», dijo hoy un portavoz del hospital.
Pero el padre, furioso y acongojado, dijo hoy que las disculpas
«no son suficientes», que con «un perro no hubiera pasado por esto»
y, en fin, que el hospital ha demostrado ser muy incompetente. «La
gente que hizo esto puede hoy sentirlo y pudo haber estado sometida
a estrés, pero esto es un caso de incompetencia», insistió el
padre, para quien la situación en que está el Servicio Nacional de
Salud (NHS, siglas en inglés) británico es «vergonzosa».
Según declaró Kelly a la cadena ITV, su novia regresó a España
para recibir atención médica por estrés emocional. Amaya, una joven
guipuzcoana, aseguró ayer que está «muy triste con lo ocurrido» y
que aún no ha decidido si demandará al centro sanitario. Tras
reiterar su tristeza, prefirió no hacer más comentarios sobre lo
sucedido y dijo que es su novio quien ha dado a conocer el caso en
Inglaterra, ya que ella hubiera preferido que no saliera a la
luz.
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