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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Wim Duisenberg, dijo que «a medianoche, las monedas nacionales de la zona euro dejarán de tener curso legal», si bien en la práctica los ciudadanos no han esperado tanto para deshacerse de ellas. «La economía de la zona del euro se beneficiará de este logro en los meses y años venideros», añadió. Los primeros en pagar exclusivamente en euros fueron los holandeses desde el 28 de enero, a los que siguieron los irlandeses, desde el 9 de febrero y los franceses, desde el 17 de febrero.

Los otros nueve países dieron ayer el adiós definitivo al marco alemán, al chelín austríaco, a la peseta española, el marco finlandés, el dracma griego, la libra irlandesa, la lira italiana, al franco luxemburgués y al escudo portugués. «Hasta el 31 de marzo del 2002 será posible canjear billetes nacionales de cualquier país de la zona euro sin cargo alguno en los establecimientos designados por los bancos centrales nacionales de los 12 países», según el BCE. En Alemania, Austria, España e Irlanda, se podrá canjear los billetes y monedas nacionales indefinidamente y gratuitamente en los bancos centrales nacionales respectivos, mientras que en otros países los plazos son limitados, sobre todo para el cambio de monedas.

La mayor parte de los ciudadanos de la zona euro tiene la sensación que han subido en general los precios de los alimentos y de hostelería. En España, el 52 por ciento de los españoles se muestra partidario de que continúe el doble etiquetado de los precios en euros y en pesetas durante algún tiempo, según una encuesta realizada por la Sociedad Estatal de Transición al Euro (SETE). Los españoles consideran necesario que permanezca el doble etiquetado para su total adaptación a los nuevos precios en euros, aunque un 37 por ciento de los encuestados opina que esta práctica podría desaparecer dentro de tres meses sin que les afectara, frente a un 7 por ciento que piensa que al menos debería mantenerse un año más.

La encuesta pone también de manifiesto que el 74 por ciento de los españoles apenas ha tenido problemas con la adaptación al euro, mientras que el cambio de moneda ha supuesto una cierta dificultad para el 26 por ciento de los encuestados. Tras dos meses de convivencia con el euro, el 80 por ciento de los ciudadanos considera fácil o muy fácil el manejo y sólo el 10% encuentra aún alguna dificultad. De esta manera, el 38% de los ciudadanos se mueve con igual soltura en euros y en pesetas a la hora de calcular cuando realiza una compra, un 35% suele hacerlo más en pesetas y un 20% directamente en euros.