Durante unos veinte minutos, ligeramente agachado, apoyado casi
totalmente sobre un atril, Juan Pablo II escuchó en pie la
narración evangélica de la pasión de San Juan, cantada en latín por
un religioso y luego se arrodilló unos minutos para orar por el
anuncio de la muerte de Jesús. Un andador le permitió realizar
pequeños desplazamientos, necesarios durante el rito, al que
asistió desde un trono instalado a la derecha del altar, a donde
fue conducido sobre una tarima móvil.
El Papa, que en mayo cumple 82 años, sufre desde hace varias
semanas de un fuerte dolor a la rodilla derecha debido a una
artrosis, por lo que la ceremonia duró menos tiempo. Durante la
liturgia, los creyentes oraron por él con el fin de que «el Señor
le conceda larga vida y buena salud y lo mantenga como jefe de la
Iglesia para guiar al pueblo de Dios». Durante las oraciones se
pidió también por la unidad de los cristianos y por los judíos, con
el fin de que «el Señor, que los escogió como primeros entre todos
los hombres para recibir su palabra, los ayude a progresar en su
nombre, siempre en el amor y en la fidelidad de su alianza».
De hecho el Papa Juan Pablo II podría tener que recurrir a la
silla de ruedas para sus desplazamientos, ante el agravamiento de
la artrosis que afecta a su rodilla derecha, según se comentan en
los círculos del Vaticano. Sin embargo, Karol Wojtyla se muestra
reacio a esta posibilidad, aunque ya realiza sus desplazamientos en
el interior del Vaticano con una pequeña silla de ruedas. Por la
noche presidio el Via Crucis, aunque no pudo recorrerlo a pie
debido a su estado de salud.
Por otra parte el hasta ahora arzobispo de Poznan (Polonia),
Juliusz Paetz, acusado de presuntos abusos sexuales aseguró que
presentó su renuncia para evitar conflictos en la Iglesia, pero
insistió en su inocencia respecto a las acusaciones. Paetz
aprovechó el oficio de la tradicional misa de la Santísima Cruz en
la catedral de Poznan para comunicar a los feligreses que el Papa
había aceptado su renuncia.
En la misa, en la que participaron sólo 300 sacerdotes, muchos
menos que de costumbre, Paetz señaló que la Iglesia de Poznan
necesita vivir y crecer y que para conseguirlo necesita paz. Por
otra parte la Iglesia Católica de EE UU ha sufrido nuevos golpes al
revelarse que las autoridades del estado de Missouri investigan más
de 50 denuncias de abusos sexuales contra menores, incluyendo 22
contra un cura destituido que era consejero en una escuela
primaria.
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