Annan intervino veinte años después de la I Asamblea Mundial sobre
el Envejecimiento y ante delegaciones de 160 países, junto a la
infanta Cristina, como Embajadora de buena voluntad de la ONU y el
presidente del Gobierno y presidente del Consejo de la UE, José
María Aznar. La Infanta Cristina señaló que se debe impulsar «un
debate innovador» sobre el fenómeno del envejecimiento de la
población mundial y abogó por promover «cambios de actitudes» ante
esta «revolución demográfica». El secretario general de la ONU
inauguró los trabajos de esta reunión que deberá acordar durante la
semana un plan para garantizar la seguridad y dignidad de los
mayores, así como una declaración política.
Aznar instó a que los países promuevan políticas que permitan el
«envejecimiento activo», lo que implica, especialmente en Europa y
España, «cambios profundos en los sistemas de salud ante la
prolongación de la vida». A su juicio, esta perspectiva «requerirá
además cambios en los sistemas de previsión, en los sistemas de
pensiones, cambios en la organización y tiempo del trabajo, cambios
en la edad de jubilación y para afrontar las políticas demográficas
y de natalidad y para afrontar las políticas de inmigración». Annan
opinó que el envejecimiento es el reto «dominante» del siglo XXI y
ha dejado de ser un problema exclusivo del «primer mundo». Se prevé
que el número de personas mayores aumente de 600 millones actuales
a 2.000 millones en 2050, fecha en la que habrá por primera vez en
la historia más mayores de 60 años que menores de 15, la mitad de
ellos en los países pobres.
El presidente del Grupo de los 77 y China, que engloba a países
en vías de desarrollo de Asia, Africa y América Latina, Luis
Alfonso Dávila García, ministro de Exteriores de Venezuela apoyó
esta idea. El Grupo de los 77, ha solicitado un compromiso de
financiación para este proyecto. Consideró necesario que el plan
que se adopte sea «viable», para lo que reclamó «el compromiso de
que lo que se decida pueda tener financiación». Entre los retos del
envejecimiento, Annan destacó la emigración de los mayores a las
ciudades, el Sida y la necesidad de aprovechar la experiencia de
las personas de más edad, de combatir la violencia y la
discriminación y de garantizar pensiones y atención médica.
En nombre de la UE, el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales,
Juan Carlos Aparicio, pidió que el envejecimiento se incorpore a la
agenda global sobre el desarrollo y a las estrategias de lucha
contra la pobreza. Opinó que tendrá consecuencias «de gran alcance
que afectarán al crecimiento económico, a los sistemas de seguridad
social, a los sistemas educativos, a los mercados de trabajo y a la
asistencia sanitaria». Por ello defendió la jubilación «flexible» y
la aceleración de la reforma del sistema de pensiones. La
Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertó en un
comunicado sobre la posibilidad de que se extienda la pobreza y la
exclusión social entre la población mayor.
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