Una monja pasea junto a unos pósters del Papa en Cracovia.

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AFP-VARSOVIA Millones de polacos esperan con impaciencia la llegada del papa Juan Pablo II hoy viernes a Polonia, en la octava peregrinación a su tierra natal, que en esta ocasión sólo durará cuatro días y que tal vez será la última, debido a su precario estado de salud.

El sábado por la mañana, Juan Pablo II consagrará la basílica de Lagiewniki, en un barrio de Cracovia, a la «Divina Misericordia». Este edificio blanco, en forma de barco, tiene una torre de 77 metros de alto, que simboliza la edad del Sumo Pontítice cuando éste firmó los planos arquitectónicos del edificio. La religiosa Faustina Kowalska (1905-1938) creó allí un culto dedicado a la misericordia de Dios.

Durante la tarde habrá un momento para la política: el Papa se reunirá, por separado, con el presidente polaco, Aleksander Kwasniewski, y con el primer ministro, Leszek Miller. El tema central de estos encuentros será las perspectivas de ingreso de Polonia a la UE. Con respecto a este asunto, Leszek Miller afirmó el pasado lunes: «Pienso que el Papa comentará la integración en la Unión Europea» ante los fieles.

La jornada del domingo promete concentrar a una verdadera marea humana en la explanada de Blonia. En ese enclave, el Papa oficiará una misa ante millones de fieles y beatificará en esta ocasión a cuatro personas, una de ellas el arzobispo de Varsovia Zygmunt Felinski, quien murió en 1895. Juan Pablo II también volverá a sus raíces, ya que visitará la tumba de sus padres en el cementerio de Rakowicki, en Cracovia, y también la catedral de Wawel, donde fue ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946.