Uno de los rincones más pintorescos del pueblo de Santa
Gertrudis es la tienda 'Casi Todo', un espacio en el que también se
celebran subastas y que actualmente se complementa con un café que
ha abierto sus puertas justo al lado y que responde al mismo
nombre. Ayer, como cada primer sábado de mes durante los meses de
invierno, se celebró una nueva subasta a la que asistieron varias
decenas de personas. Alrededor de 300 objetos fueron vendidos al
mejor postor y, en muchos casos, a precios muy inferiores a su
valor real.
Theo Monks es el artífice de este negocio, poco extendido en las
Pitiüses pero que ya cuenta con un buen número de clientes fieles
que no se pierden ninguna de estas citas mensuales. Hace 30 años
Theo llegó a Eivissa procedente de la ciudad de Oxford (Inglaterra)
y se fijó en que la isla no contaba con ningún servicio similar al
que ellos ofrecen. «No sólo valoramos, compramos y subastamos los
objetos, sino que también nos ocupamos de la mudanza o el
almacenaje», explica el propietario. Además, también realizan
subastas in situ en una tienda o casa que vaya a cerrar, restauran
muebles, ofrecen un servicio de transporte nacional e internacional
o asesoran sobre el valor de un objeto que se desee asegurar. Pero
todavía hoy, apunta el responsable de Casi Todo, «éste sigue siendo
un mercado muy reducido en Eivissa».
El proceso de una subasta debe conocerse si se quiere hacer una
buena compra. Theo Monks lleva muchos años inmerso en este mundo de
la compraventa y sabe reconocer a los buenos clientes. «El día
anterior a la subasta la gente puede venir y ver los objetos que se
van a subastar- explica Theo -; y eso es lo que hay que hacer para
conseguir hacer buenas compras. Hay gente que viene y compra casi
sin saber ni lo que es y luego te vienen a decir que si tiene una
grieta».
La mayoría de los clientes ya se conocen, aunque siempre
aparecen caras nuevas que, curiosas, observan el ritmo dinámico y
el juego que se crea en cada licitación sin atreverse a entrar en
él. «La gente cree que esto es muy complicado, pero lo cierto es
que no tiene ningún misterio», dice Theo.
El sistema es sencillo. Antes se utilizaba el de 'precio de
salida', pero ahora han adoptado el método de 'precio estimado', el
mismo que se utiliza en las casas de subastas de ciudades como
Madrid. Eso significa que cada objeto tiene un precio orientativo,
pero la subasta siempre parte de un importe inferior y a partir de
ahí puede subir o bajar, dependiendo del interés de los
compradores.
Entre el público hay comerciantes, coleccionistas o simplemente
particulares que quieren decorar su casa. La vergüenza poco a poco
va desapareciendo y los asistentes, a veces, acaban incluso
comprando y vendiendo entre ellos mismos.
Sara Yturriaga
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