No obstante, Juan Pablo II, al que en algunos momentos se vio
sonreír, pronunció en latín la fórmula de creación de los
cardenales. El pontífice destacó que los nuevos cardenales
provienen de los cinco continentes (de 17 países), de diferentes
razas y culturas, y que resaltan la unidad de toda la grey de
Cristo con la Cátedra del Obispo de Roma.
Por primera vez, Juan Pablo II no impuso el capelo cardenalicio
a los purpurados, que es uno de los gestos más importante de la
creación del cardenal, sino que se los entregó y ellos mismos se lo
colocaron.
El pequeño cambio de ritual se decidió para no fatigar demasiado
al anciano Papa, que ayer tampoco leyó párrafo alguno de la
homilía, la segunda vez que ocurre en sus 25 años de
Pontificado.
Al igual que el último domingo, cuando beatificó a la Madre
Teresa de Calcuta, y debido a sus cada vez mayores problemas para
hablar, la homilía fue leída en su totalidad por el «número tres»
del Vaticano.
El papa Wojtyla subrayó que el color rojo púrpura que visten
evoca el de la sangre y recuerda el heroísmo de los mártires. El
rito, celebrado en una plaza de San Pedro bellamente adornada con
miles de flores rojas, amarillas y ramos multicolores, concluyó con
el intercambio del beso de la paz. hoy, en una misa solemne, el
Papa les entregará el anillo, el otro signo del cardenalato.
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