Madrid huele a boda desde hace semanas, pero a medida que se
aproxima el día, mañana más. A partir de hoy, será insoportable.
Prohibido aparcar en la zona centro, que es por donde transitará el
cortejo tras la boda. Y no sólo estará prohibido aparcar, si no
también dejar el coche.
De entre los madrileños que sufren -lo de sufrir no se lo tomen
literalmente- esta boda están los madrileños-mallorquines, o
mallorquines-madrileños, gentes nacidas en la Isla, o que tienen
una gran relación con ella, pero que durante gran parte del año
viven en Madrid. De los muchos que hay, hemos querido recabar la
opinión de tres: de la diseñadora argentino-mallorquina Marily
Coll, de la periodista Joana Adrover y del cantante y director de
cine Biel Fuster, recién llegado de Cannes.
«Como sigan las molestias, decía uno en un bar, al final nos
vamos a hacer unos cuantos republicanos... », «aunque para qué
-señalaba otro- si boda real de esta magnitud no la habrá en muchos
años». Hoy, por cierto, sobre las ocho, está previsto un pasacalles
republicano en la Puerta del Sol. Veremos cuántos van y cómo se lo
montan).
Para Marily Coll ésta será una boda de pamelas y tocados. Nos lo
cuenta tomando un aperitivo en uno de los veladores del Paseo del
Prado, rodeados de flores y de cámaras de televisión. «Yo, a mis
clientas - tiene seis para este acontecimiento: cinco vestidos para
la ceremonia de La Almudena y uno para la cena de gala de El Pardo,
de esta noche- les he recomendado el tocado. No es tan espectacular
como la pamela, que además no te la puedes quitar ni siquiera en el
convite, pero sí bastante más cómodo y llevadero. Por otra aparte,
además de que la pamela la debe de llevar una señora de cierta
altura, suele quitar visibilidad a quien está detrás».
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