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JAIME CASTILLO-ROMA
La elección del nuevo Papa se presenta, como siempre, incierta, más allá de las cábalas, especulaciones y listas de favoritos que se han sucedido sin tregua en las últimas semanas, por primera vez también en Internet. En los ocho cónclaves del Siglo XX, desde el que escogió en 1903 a Pío X hasta el que se decantó en 1978 por Juan Pablo II, la sorpresa pesó más que la lógica de lo previsible, ya que en cinco ocasiones fue votado un candidato que no figuraba entre los llamados papables. Que la elección que comienza hoy en la Capilla Sixtina está rodeada por la incertidumbre lo han acabado escribiendo los más egregios vaticanistas. Dos nombres se han citado estos días por encima del resto, el del alemán Joseph Ratzinger, de 78 años y mano derecha del fallecido Papa Wojtyla, y el del arzobispo de Milán, el italiano Dionigi Tettamanzi, de 71 años y apodado «el Cardenal Bueno».

El inevitable reduccionismo ha servido para que los que se han sumado a la idea de un duelo entre estos dos papables lo presentaran como el enfrentamiento entre conservadores y progresistas, adjetivos muy complicados de utilizar a secas en la Iglesia católica. Luego han entrado en liza los analistas, que han opinado que la eventual elección de Ratzinger sería una continuación del papado anterior, pero sin el carisma de Karol Wojtyla, y que en algún caso se han atrevido a llamar a Tettamanzi «el último comunista». El precedente cónclave, el segundo de 1978, se encalló a las primeras de cambio en el cara a cara entre los italianos Giuseppe Siri y Giovanni Benelli, y de ese callejón sin salida irrumpió la candidatura del cardenal de Cracovia, luego Juan Pablo II.

De Ratzinger se ha dicho, sin que nadie pudiera contrastarlo, como siempre sucede en estos casos, que tiene asegurados 40 ó 50 votos, y también que es difícil que llegue a los 77 requeridos. A Tettamanzi se le ha colocado como el rival necesario para cerrar el paso al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y decano del Colegio Cardenalicio, el jesuita Carlo María Martini.

Pero la verdadera tercera vía es la que apunta a la posibilidad de que el próximo Pontífice no sea ni italiano ni siquiera europeo, en consonancia con los nuevos tiempos y la dimensión intercontinental del Colegio Cardenalicio.

En esa hipótesis entran de lleno los cardenales latinoamericanos, desde el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga (63 años), el brasileño Claudio Hummes (71), el argentino Jorge Bergoglio (68) o el mexicano Norberto Rivera Carrera (62), hasta el chileno Francsico Errazuriz (71) o el colombiano Dario Castrillón Hoyos (75). Las opciones de Asia y Africa remiten siempre a el de indio Ivan Dias (69 años) y el del nigeriano miembro de la Curia romana Francis Arinze (72). Todos estos nombres y algunos más han circulado en las quinielas de papel y en Internet.